Una fisura o fractura de costilla es una lesión de unos de los huesos que forman parte de la caja torácica, que se produce cuando este se quiebra o se fisura. Los traumatismos por impactos directos en el pecho son las causas más comunes de fractura de costilla.
Esta lesión puede identificarse cuando se produce o aumenta el dolor al respirar profundamente, cuando se hace presión sobre la zona afectada, o al inclinar o flexionar el cuerpo.
En gran parte de los casos las fisuras y fracturas en las costillas se curan por sí solas en unas seis semanas. Para poder respirar correctamente y evitar complicaciones pulmonares, es importante controlar el dolor de manera adecuada. Por esta razón es necesario acudir al médico para recibir el tratamiento necesario.
Al acudir al médico por un traumatismo en el pecho con una posible fisura en las costillas, durante la exploración física el médico hará presión suavemente sobre las costillas. También escuchará los pulmones y observará el movimiento de la caja torácica al respirar.
Por último, para confirmar que existe una fisura o fractura en las costillas, es posible que el médico solicite algunas pruebas de diagnóstico por imágenes:
Radiografía: es posible visualizar los huesos mediante esta prueba, pero en muchos casos las radiografía tienen dificultades para mostrar las fisuras y fracturas en las costillas cuando son recientes.
Tomografía computarizada: gracias a esta prueba es posible descubrir fisuras o fracturas en las costillas que las radiografías no pueden mostrar.
Se toman radiografías desde diferentes ángulos y las combina para luego representar cortes transversales de las estructuras internas del cuerpo.
Resonancia magnética: esta puede es de gran ayuda para detectar las fracturas o fisuras de costillas más sutiles. Utiliza un imán de alta potencia y ondas de radio para producir imágenes transversales.
Gammagrafía ósea: es de gran utilidad para visualización de fracturas por sobrecarga, cuando el hueso se fractura o fisura después de traumatismos reiterados.
Se inyecta una pequeña cantidad de material radioactivo en la sangre. Un escáner detectará la acumulación de esta en los huesos, especialmente en los puntos donde el hueso se está cicatrizando.
La mayoría de las fracturas y fisuras de costilla se curan por sí mismas en uno o dos meses. Es de gran ayuda para reducir el dolor y facilitar la recuperación, restringir las actividades y poner hielo en la zona lesionada.
Es importante aliviar el dolor para evitar que aparezcan consecuencias como la neumonía.
Si no resulta suficiente con con los medicamentos orales, es posible que el médico indique las inyecciones de anestesia de larga duración alrededor de los nervios de la zona de las costillas.
Después de controlar el dolor, el médico puede indicar realizar ejercicios para ayudar al paciente a respirar más profundamente, ya que la respiración poco profunda aumenta el riesgo de sufrir neumonía.
Antiguamente se utilizaban paños de compresión alrededor del pecho, con el objetivo de inmovilizar la zona. Esto ya no es recomendable ya que pueden impedir la respiración profunda.
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