La fisura, una leve fractura del hueso que no acaba de generar separación en el mismo, -es decir, no acaba de ser una fractura, entendida como la rotura del mismo-, debe diagnosticarse para conocer que realmente lo es.
Por lo tanto, será el especialista en traumatología quien deberá realizar las pertinentes pruebas y exámenes. Aun así, podemos estar atentos a una serie de síntomas que hagan pensar en una fisura de pie para llegar a conclusiones a priori, si bien ante la menor duda, cuando se sufre una lesión en el pie debe acudirse al traumatólogo o urgencias cuanto antes. Tengamos en cuenta que podría tratarse de una fisura o de una fractura y, de no actuarse rápido y tratarse de forma adecuada, aun salvando las diferencias, en ambos casos podría verse comprometida su funcionalidad.
Conocer las diferencias entre la fisura ósea y la fractura de hueso en el pie ayuda a identificar algunos de los síntomas. Las fracturas en el pie suelen provocarlas un traumatismo, mientras las fisuras suelen ser lesiones por sobrecarga reiteradas. Aunque esta orientación no es del todo exacta, puesto que también pueden producirse fisuras como consecuencia de un traumatismo, así como una fractura a consecuencia de cargas reiteradas.
Por lo tanto, solo las pruebas diagnósticas y, en general, el examen médico podrá concluir si el traumatismo o el origen del problema de que se trate ha ocasionado una fisura o una rotura.
Cuando se trata de una fisura por sobrecarga de pie y/o tobillo, pequeña fisura ósea por un sobreuso (fuerza repetida sobre el hueso, ejerciéndose presión), los síntomas a menudo aparecen cuando se aumenta la actividad. Dependiendo del hueso en el que se produzca y de su ubicación podrían producir más o menos malestar y dolor.
Es más, las fisuras por estrés o sobrecarga se suelen manifestar por un dolor que puede llegar a desaparecer cuando se está en reposo. Intensificándose cuando se hace un uso excesivo, es decir, al realizar la actividad que resulta agotadora para el hueso. Asimismo, se acompaña de otros síntomas, como son la inflamación y el enrojecimiento.
Si la actividad es constante, el sobreuso provoca que ese dolor y otros síntomas apuntados sean permanentes. Las fisuras por sobrecarga de pie y tobillo, por lo tanto, se suelen producir como resultado de un entrenamiento intenso o sobrecarga de trabajo. Sobre todo, aparece en pies cavos, personas con alteraciones hormonales u osteoporosis, así como en aquellos pacientes que realizan tal actividad sin llevar el calzado apropiado o sin poner en práctica técnicas adecuadas.
Con el paso del tiempo, si se sigue sometiendo al pie a una sobrecarga mecánica, la fisura se puede convertir en una rotura. Por lo tanto, el dolor local puede ser un síntoma del inicio de una fisura, y acudir al especialista permitirá recibir un diagnóstico. En definitiva, es importante actuar a tiempo para así evitar que vaya a más, pudiéndose fracturar.
Para llegar a un diagnóstico médico, el especialista deberá concluir si la lesión es una fisura o una fractura, así como su gravedad y otras características, de las que dependerá la tipología en la que se encuadre.
Además de examinar la zona y de hacer preguntas al paciente sobre el momento en el que sintió las molestias y un posible accidente o lesión, se realizan pruebas diagnósticas de imagen. Principalmente, la radiografía, la resonancia magnética o la tomografía computerizada ayudan a saber si se tiene una fisura o fractura en el pie o, por contra, se trata de otra lesión, como un esguince de tobillo, pongamos por caso.
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