A diferencia de las fracturas, las fisuras en la muñeca pueden no limitar la movilidad hasta el punto de alertarnos sobre su existencia. Sin embargo, sí se presentan otros síntomas que indican que podamos padecerla, como el dolor y la incomodidad.
A continuación, vamos a ver cuáles son los síntomas y posibles causas de una fisura en la muñeca con el fin de identificarlos de cara a acudir al médico de cabecera o directamente a la consulta del traumatólogo.
El dolor localizado es un síntoma de una fisura en la muñeca. Se trata de un dolor agudo en el momento del accidente, si es que ésta es su causa, que se incrementa cuando se hace algún esfuerzo, sobrecargando la muñeca, por ejemplo, cuando se cogen objetos o se carga con ellos, moviéndolos de lugar o haciendo algún movimiento que implique a esta parte de la anatomía. Hasta el punto de impedir hacer este tipo de esfuerzos.
Así pues, cuando existe una molestia difusa que se convierte en dolor al utilizar esta articulación, -en ocasiones insoportable, aunque no impide la movilidad, salvo por el dolor-, podría padecerse una fisura de mayor o menor gravedad. En concreto, pueden sufrirse pequeñas fisuras y también fisuras de más entidad, un aspecto que dilucidará el traumatólogo.
Tener en cuenta las posibles causas de una fisura en muñeca es importante de cara a identificarlas o, al menos, para despertar sospechas que nos lleven a la consulta, donde el especialista hará las pruebas pertinentes para el diagnóstico.
La pueden ocasionar tanto las caídas como los golpes o contusiones, pero no siempre es así, y a veces también se acompaña de un moratón, pero en muchas ocasiones éste no aparece. Igualmente, puede hincharse la mano tras la caída o el golpe, partiendo la hinchazón de la muñeca. De hecho, normalmente se genera por un traumatismo, al sufrir el hueso un exceso de presión, sin llegar a producirse una fractura.
En otras ocasiones, la causa no es un traumatismo provocado por una caída o golpe, sino la realización de una misma actividad de forma continuada. Es la repetición durante la actividad laboral, en el ocio o haciendo tareas domésticas las que pueden ocasionar también una fisura. En este punto, la fisura puede sumarse a otros problemas de salud, presentando una sintomatología más difícil de identificar. Asimismo, un golpe unido a una actividad repetida puede agravar el cuadro, lógicamente.
Para diagnosticar una fisura de muñeca la radiografía es la técnica más empleada, además del examen físico y la realización de preguntas al paciente sobre un posible episodio o estilo de vida que explique la lesión. Se trata, básicamente, de descartar una posible rotura, así como una mayor complejidad del cuadro por cursar con otros problemas de salud.
Una vez confirmado el diagnóstico, el especialista determinará el tratamiento más adecuado para el paciente. Entre otras opciones, además de recetar antiinflamatorios es posible que se inmovilice la muñeca durante un tiempo, -alrededor de uno o dos meses-, para propiciar su curación natural.
Al ser una fractura leve no se requiere una intervención quirúrgica y, en general, es importante recibir atención médica cuanto antes para así evitar posibles complicaciones que comprometan la movilidad.
Tengamos en cuenta que, a diferencia de una rotura, la fisura ósea es una fractura incompleta, es decir, más leve que aquella. Se trata de una grieta que se produce en el hueso, y puede manifestarse de muy distintas maneras. Así pues, el tratamiento y la recuperación también dependerá del tipo de fractura que se padezca.
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