"Es importante mantener la estabilidad en los hábitos básicos, asegurando las necesidades en el sueño y la alimentación. A su vez, hay que establecer un horario y rutinas diarias que permitan a los niños mantener el ritmo del día a día con los menores cambios posibles respecto a lo que hacían antes del confinamiento."
Sonia Cuenca Picó es psicóloga titulada por la Universidad Católica de Valencia, con Máster en Terapia Cognitivo Conductual realizado en el Colegio Oficial de Psicólogos.
Cuenta con acreditación como Psicóloga Generalista Sanitaria y está colegiada por el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana.
Hay que tener en cuenta que los niños están en proceso de desarrollo y dependen en mayor grado del entorno para regular sus emociones y sus conductas. Cuando este entorno cambia, como es en el caso del confinamiento, es factible que se detecten con mayor probabilidad dificultades en la regulación emocional y conductual. Por otro lado, la falta de ejercicio al aire libre les dificulta la capacidad de regular sus emociones; presentando así, mayor número de conductas negativas y más intensidad en las rabietas.
Además, el confinamiento supone para los niños situaciones de inestabilidad y de incertidumbre lo que les afecta en su desarrollo emocional saludable y les provoca malestar, nerviosismo y desconfianza.
Por todo ello podemos observar en nuestros hijos aumento de quejas por aburrimiento, mayor irritabilidad, sensibilidad emocional con tendencia al llano, conductas de oposición a las normas o indicaciones, desajustes en la alimentación y el sueño, posible aumento de los miedos.
Como hemos comentado, es importante mantener la estabilidad en los hábitos básicos, asegurando las necesidades en el sueño y la alimentación.
A su vez, hay que establecer un horario y rutinas diarias que permitan a los niños mantener el ritmo del día a día con los menores cambios posibles respecto a lo que hacían antes del confinamiento.
Ejemplos de actividades de ocio: lectura, recetas de cocina, manualidades, puzzles, pasatiempos, juegos de mesa…
Ejemplos de actividades de autonomía: higiene personal, vestirse, recoger la habitación.
Ejemplos de actividades de colaboración familiar: poner y quitar la mesa, ayudar a cocinar, poner la ropa en la lavadora y tender, limpieza, etc.