Los cálculos renales, también conocidos como "piedras en el riñón", son muy frecuentes, básicamente como consecuencia de una crisis de cólico nefrítico. Por lo general, sobrevienen en la cuarentena y son más comunes en hombres que en mujeres.
Eso no significa que personas jóvenes no los sufran. Incluso los padecen los niños y bebés. Por otra parte, cuando se padecen en los siguientes diez años se puede repetir, por lo que, especialmente en estos casos, la prevención es muy importante, así como acudir a la consulta del especialista, normalmente del urólogo, a los primeros síntomas.
La definición de cálculo renal nos remite, en primer lugar, al cálculo en sí, es decir, los pequeños cristales que se forman en el riñón, adoptando forma de "piedras" que permanecen o no en el riñón. Algunos se expulsan a través de la orina por ejemplo.
Su formación obedece a la cristalización de sales minerales y de distintas sustancias orgánicas y químicas que se encuentran muy concentradas en la orina.
Su tamaño es muy variable, -desde un milímetro hasta alcanzar un tamaño similar a una pelota de golf-, y aunque pueden ser asintomáticos durante largo tiempo, el dolor en ocasiones se relaciona con su tamaño.
Como es bien sabido, cuando se manifiestan, los cálculos renales pueden llegar a ser muy dolorosos. El dolor abdominal o en un costado, llegando a irradiarse a la ingle es el principal síntoma.
Se trata de un dolor intenso que aparece y desaparece de forma intermitente. Igualmente, sus manifestaciones clínicas pueden incluir escalofríos, malestar general, fiebre, náuseas y un color anormal de la orina. Por otro lado, de forma excepcional se puede producir también anuria o falta de orina, sobre todo en pacientes con solo un riñón.
Cuando sobreviene una crisis, el fuerte y súbito dolor en la espalda es el síntoma más evidente. Un dolor que suele ser tan fuerte que el paciente no encuentra ninguna postura que le calme, con lo que se trata de un síntoma muy característico. Aun así, además de un examen físico se realizan análisis de sangre y orina, así como del cálculo para determinar su tipología.
En concreto, existen distintos tipos de cálculos, como veremos a continuación, pero la mayoría contienen calcio. Normalmente, la composición del cálculo depende de la causa, pero todos ellos son el resultado de la cristalización de sales minerales y ácidos que se encuentran en una importante concentración en la orina.
Aunque los cálculos renales tienen más probabilidad de formarse si no se toma suficiente líquido o éste se pierde por deshidratación, lo cierto es que pueden provocarlos distintos factores.
Además de la menor dilución de la orina ocasionada por una baja ingesta de líquidos, pueden influir desde una alimentación inadecuada, demasiado rica en azúcares o proteínas.
También pueden ser resultado de una infección, enfermedades genéticas o metabólicas. En muchos otros casos no se encuentra la causa concreta. Será al realizar los distintos estudios, exámenes y análisis como se podrá realizar un diagnóstico acertado.
Uno de los aspectos claves a la hora de establecer un tratamiento depende del tipo de cálculo, cuya composición sabremos tras realizar tests de orina y un análisis de los cálculos, una vez expulsados.
En cuanto a los tipos de cálculos renales, como apuntamos, los que contienen calcio son los más habituales. Dentro de los cálculos de calcio encontramos los compuestos de oxalato de calcio o de fosfato de calcio, así como otros que contienen ambos tipos de componentes.
Según su composición, también encontramos cálculos de fosfato cálcico, también frecuentes, así como otros menos comunes, entre ellos:
Si nos preguntamos cuánto duran los cólicos nefríticos, la respuesta es sencilla: dependerá de cada paciente. De modo orientativo, podemos estimar el tiempo que se tarda en eliminar la piedra de unos pocos días a más de un mes.
El proceso de expulsión también varía en función del tipo de cálculo, así como del tratamiento seguido y de su eficacia. En ocasiones, por otro lado, los cólicos nefríticos son episodios aislados, y el tratamiento consiste simplemente en la toma de analgésicos y el seguimiento a través del médico de cabecera o el especialista en urología.
Si no vuelve a producirse, no se realiza ninguna acción para su eliminación. Aun así, hay que tener en cuenta que es importante contar con un buen diagnóstico, pues el cólico puede producirse por otros obstáculos de las vías urinarias, como coágulos sanguíneos o, por ejemplo, constituir un síntoma de una ptosis renal.
Sin olvidar, a su vez, las posibles complicaciones, como infecciones, obstrucción de las vías urinarias por un cálculo o incluso una infección generalizada que acabe provocando un cuadro de septicemia. A este respecto, no nos alarmemos sin necesidad, puesto que cuando los cálculos se tratan de forma adecuada no suele haber complicaciones.
En concreto, los tratamientos más comunes, como es lógico, dependerán de los resultados de los tests y exámenes realizados por el urólogo.
Las nuevas tecnologías también han beneficiado a los posibles tratamientos que se realizan para disolver los cálculos. En particular, la ureteroscopia es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva que se suma a métodos más invasivos, como es la cirugía convencional.
Pero no es la única alternativa. Actualmente existen varias opciones para tratar los diferentes tipos de cálculos. La elección de uno u otro no siempre es fácil, si bien las perspectivas de éxito para cada paciente suelen ser finalmente decisivas.
Aunque el tratamiento y control médico son esenciales, igualmente se pueden recurrir a algunos remedios caseros para ayudar a controlar el dolor y acelerar su disolución y expulsión. Entre otros, la aplicación de calor en la zona mediante una manta eléctrica o una bolsa de agua para la relajación muscular.
El urólogo, asimismo, puede orientarnos sobre el tiempo de agua mineral que pudiera convenir especialmente, así como el tipo de dieta y, de ser apropiadas también las infusiones u otros remedios naturales que pudieran ayudar a disolverlos.
Imagen: Ortisa en Wikimedia
¿Qué son los cálculos renales?
Los cálculos renales o piedras en el riñón son una masa sólida que se compone de pequeños cristales que incluyen normalmente oxalato de calcio. El aporte de líquidos disminuye la concentración de sólidos en la orina y hace más difícil que se formen piedras, por eso se recomienda el consumo de agua.
Es, actualmente, la tercera patología urológica más frecuente, tras las infecciones urinarias y el cáncer. Entre un 10% o el 15% de la población podría padecerla a lo largo de su vida. Los especialistas en cálculos renales hablan de algunas claves de prevención para evitar las piedras en el riñón, como conocer los componentes de las piedras para poder iniciar una dieta que impida que vuelvan a salir.
Hacer un estudio metabólico podría detectar alteraciones que se pueden tratar con medicación. Otra recomendación es beber mucha agua y hacer ejercicio físico para evitar que estos compuestos no se disuelvan.
Además, una dieta equilibrada contribuirá a la correcta regulación de los componentes y evitar así su depósito en esta zona. Un especialista en urología podrá hacer un seguimiento para poner en marcha los mecanismos de prevención necesarios o un tratamiento si fuese necesario.