La cirugía ocular es la que se utiliza para corregir los problemas de visión tales como hipermetropía, miopía o astigmatismo. Aparece como una alternativa al uso de gafas o lentillas y desde los 90 en que surge, no ha dejado de evolucionar. La mayoría de los seguros, como Nectar, Sanitas, Asisa, Adeslas, DKV, etc. la contemplan con descuentos dentro de sus coberturas.
La cirugía ocular ha experimentado grandes avances en los últimos años. Gracias a ellos es posible abordar problemas antes impensables, intervenciones menos invasivas y lograr una recuperación más rápida del paciente, disminuyendo las molestias previas y posteriores a la operación.
Aunque no todo son ventajas, lógicamente, lo cierto es que la mejora de las técnicas y procedimientos, así como la aparición de las cirugías láser oculares han conseguido una importante mejora que, sin duda, ha mejorado la calidad de vida de muchas personas.
Como es bien sabido, existen un gran número de problemas que afectan a la visión, bien de forma temporal o, por ejemplo, también progresiva, derivando en enfermedades crónicas que incluso pueden llevar a la ceguera.
Si bien no todas las condiciones pueden corregirse recurriendo a la cirugía, muchas de ellas sí encuentran solución en ella. Todo un avance con respecto a hace apenas nada, puesto que contamos con más posibilidades que nunca, ya que a las intervenciones tradicionales o intraoculares se les suma la opción de la cirugía láser.
La cirugía intraocular puede considerarse tradicional, sobre todo si la comparamos con la cirugía láser. Normalmente se utiliza para corregir enfermedades oculares que precisan de cirugía clásica, entre ellas las referidas a los defectos congénitos.
Por lo general, se llevan a cabo con antestesia local o tópica, es decir, se anestesia únicamente la órbita y el ojo, con la ventaja de que el paciente pueda interactuar con el médico durante la operación.
Sin embargo, en algunas ocasiones es necesario aplicar la anestesia general, bien por rechazo del paciente, traumatismos severos, edad, retraso mental o demencias, entre otras posibles causas.
Aunque pueda parecer lo contrario, lo cierto es que la mayoría de los problemas de visión se pueden corregir con la técnica láser, mientras que la cirugía clásica queda relegada a casos como los mencionados.
No obstante, engloban un amplio número de enfermedades que por unas u otras razones acaban haciendo recomendable pasar por quirófano a ciertos pacientes, por lo que ni mucho menos han de ser siempre problemas asociados a las dioptrías.
En estos casos, la cirugía intraocular es una técnica quirúrgica más invasiva, empleada para corregir defectos graves del ojo que en ocasiones también encuentran alternativa quirúrgica con láser. Es el caso de la operación de cataratas, anomalías del cristalino, glaucoma o, entre otros muchos, la oclusión de los puntos lagrimales.
El hecho de que sea convencional y más invasiva no siempre significa que el postoperatorio vaya a resultar menor o menos complicado. La necesidad de hospitalización, la duración de la misma y de la recuperación serán distintos para cada tipo de intervención y caso concreto.
Tanto en el caso de las cirugías convencionales como láser, si son sencillas pueden tener una recuperación completa en apenas unas pocas semanas tras la operación. Además, al margen de las ventajas que suponga cada técnica, es necesario subrayar que la pericia y experiencia del cirujano especialista en oftalmología puede resultar decisiva para el buen desarrollo de la operación, así como para lograr los mejores resultados.
La cirugía láser ocular no es ya una novedad que nos sorprenda. De hecho, actualmente existen muchos tipos de cirugías láser oculares. Son procedimientos cada vez más habituales y por lo general no son operaciones en exceso complejas.
Cada paciente es un caso particular, por lo tanto no se debe generalizar en este aspecto, pero de forma general podemos afirmar que la medicina oftalmológica ya ha incorporado el láser en sus intervenciones quirúrgicas para ofrecer soluciones a distintos problemas de visión.
Muchas de las operaciones son relativamente sencillas, rápidas y efectivas para resolver diferentes problemas oculares, y también en las cirugías láser se suele optar por la anestesia local.
Desde que empezaran a aplicarse, allá en los noventa, se ha avanzado de forma considerable, permitiendo corregir la visión de forma definitiva. En algunos casos, como alternativa a las intervenciones tradicionales, por lo general más invasivas, y en otros ofreciendo una solución que hasta ahora no existía. En particular, hasta hace solo unos años, corregir algunos problemas de visión era imposible o, como mucho, podía lograrse una mejora recurriendo a fármacos, gafas y/o las lentillas.
Las técnicas de cirugía ocular son muy numerosas, entre ellas destaca el Láser Excimer y el Láser LASIK . Actualmente, podemos encontrar soluciones quirúrgicas con láser para dolencias y fallos visuales de diferente tipo, así como para prácticamente todos los tipos de errores de refracción. Entre otras posibilidades, las cirugías láser pueden estar recomendadas para la presbicia, la miopía, las cataratas, el astigmatismo, el glaucoma, la hipermetropia y otros errores de refracción.
La conveniencia de una cirugía y, por otra parte, de uno u otro tipo de cirugía depende del cuadro que presente cada paciente. Al margen de las posibles ventajas de unas u otras técnicas, hay otros factores que el oftalmólogo también ha de valorar para, finalmente, tomar la mejor decisión.
La diferencia entre el láser y las lentes intraoculares, es que estas últimas se incorporan en el cristalino o delante y así se corrige la graduación; el láser lo que hace es pulir y tallar la córnea, corrigiendo las graduaciones. La cirugía ocular no requiere de hospitalización, ya que el proceso total puede durar unas dos horas, desde que se prepara al paciente, hasta que se le da el alta. Para la cirugía se utiliza colirio anestésico.