La liposucción o lipoescultura es una de las cirugías estéticas más demandadas, solo por detrás del aumento de mamas, y consiste en realizar una intervención para extraer la grasa localizada del tejido subcutáneo.
Resulta muy efectiva para retirar la grasa de zonas donde se necesita en hombres o mujeres, ya sea en profundidad o en superficie. Entre otras, el abdomen, el bajo abdomen, las piernas, papada, brazos, glúteos, cintura, caderas (cartucheras), muslos, rodillas o cualquier otro lugar que no esté contraindicado.
Las áreas corporales pueden ir desde las zonas citadas a otras menos conocidas como, por ejemplo, el pecho en el hombre o en la mujer, la espalda, las mejillas o el mentón.
Básicamente, se trata de una técnica quirúrgica que puede realizar dos procesos fundamentales:
- Una primera que consiste en la succión de la grasa existente por medio de unas cánulas
- Un posterior procedimiento que consiste en el injerto de la grasa aspirada con el objetivo de rellenar las zonas deprimidas.
Aunque la liposucción es una cirugía de las consideradas relativamente seguras (todas las operaciones implican un riesgo), no puede negarse que la idea misma de someterse a una intervención raramente resulta sugerente. Es importante valorar los riesgos, que pueden ser varios. Para empezar, en el quirófano se pueden sufrir hemorragias varias y provocar daños en algunos órganos por contacto con la férula de succión.
Otro riesgo es el de que se extraiga un exceso de grasa del cuerpo o el de que la piel sufra ondulaciones o asimetrías o incluso cambios de pigmentación que podrían suponer un problema estético a largo plazo. El especialista puede valorar y explicar los riesgos al paciente para una información total durante el proceso y estudiar el caso del paciente para tratar de minimizarlos.
La liposucción/lipoescultura no es recomendable en pacientes con problemas cardiacos, circulatorios o respiratorios, ni tampoco si se ha pasado por una cirugía en la zona a intervenir, por lo que la valoración previa del cirujano estético es fundamental.
Con el fin de evitar estos riesgos, actualmente podemos encontrar alternativas menos invasivas a la liposucción que son variantes del tipo tradicional. Como denominador común, permiten eliminar las células grasas, si bien lo hacen mediante la implementación de distintas tecnologías que en ocasiones resultan complementarias.
Al margen de alguna que otra opción casera que por lo general se desaconsejan, existen diferentes opciones que utilizan anestesia local o incluso ningún tipo de sedación durante la intervención.
La denominada liposucción suave como sustitución a la lipoaspiración realizada en la liposucción convencional resulte menos invasiva y es aplicada con anestesia local. Con ella logramos reemplazar la lipoescultura clásica, así como corregir los posibles resultados asociados a una liposucción mal realizada, con el fin de corregirlos.
Su aspiración de las grasas se realiza de una forma menos traumática y se realiza con anestesia local, frente a la necesidad de anestesia general de la liposucción tradicional. En este aspecto, también es importante tener en cuenta que los medicamentos anestésicos de última generación han aumentado la seguridad de la anestesia general.
No puede obviarse, por otra parte, que las liposucciones pequeñas dejan más flexibilidad en la elección del tipo de sedación. Cada cirujano tiene sus preferencias, pero podría valorarse el uso de anestesia local o incluso epidural.
Igualmente, con la anestesia suave hay un mayor control de los volúmenes aspirados, el posoperatorio es más llevadero en esta modalidad alternativa y no precisa estancia en el hospital.
Otras de las ventajas de esta técnica incluirían un menor dolor postoperatorio y menor periodo de recuperación, ya que, por ejemplo, se debe llevar la braga de sujeción solo durante 10 días.
Como inconvenientes, cabe mencionar una mayor duración de la operación. Además, ésta puede efectuarse sola o de forma complementaria en asociación con una lipólisis láser para así tratar mejor la celulitis o la laxitud cutánea que pudiera existir.
No olvidemos que el requisito esencial para que una piel consiga elasticidad o tono es que no presente una acusada flacidez desde un inicio. En estos casos, será más complicada una readaptación satisfactoria, pudiendo exigir otras técnicas como el lifting, la braquioplastia o la abdominoplastia.
El uso de cánulas que emiten energía láser es compatible con la liposucción suave, la lipotransferencia que también utiliza el lipoláser (usar nuestra propia grasa para rellenar lugares que lo precisen) o con la abdominoplastia, otra variante de la lipoescultura que requiere cirugía con anestesia general.
El antes y después dependerá tanto del tipo de liposucción que se realice como de su complejidad y, en fin, del éxito de la intervención, habida cuenta de que los resultados suelen ser muy satisfactorios.
Una liposucción, de forma genérica, brinda una mejora cualitativa en la remodelación de la figura. El antes y el después empieza a notarse desde el mismo momento en el que se realiza la operación, pero solo deberían evaluarse pasados tres meses de la misma.
Tras los primeros diez días de postoperatorio, el periodo más incómodo, podemos observar grandes diferencias, si bien el resultado definitivo se aprecia alrededor de un año después de la operación.
Como hemos apuntado, en pacientes que presentan una piel flácida, la dificultad de su distribución en el nuevo contorno corporal puede exigir una intervención adicional.
Sea cual sea la modalidad empleada, los resultados se mantienen en el tiempo, pero se debe ayudar a ello manteniendo un estilo de vida saludable tanto en lo que respecta a una mejor alimentación como manteniéndose activo. Idealmente, realizando ejercicio moderado de forma regular.
La liposucción/lipoescultura hay que diferenciarla de un tratamiento duradero del problema de la obesidad. En ocasiones se puede complementar con otras intervenciones como la abdominoplastia, mamoplastia de reducción de pecho, lifting facial, etc.
Los resultados se evaluarán pasados tres meses de la operación, pero hay que ser realista y tener en cuenta que no sustituye el ejercicio físico o la dieta y que si la piel es flácida será difícil la óptima distribución de la misma sobre el nuevo contorno corporal, siendo necesaria una intervención adicional.
Tampoco mejora el aspecto derivado de la celulitis. Lo que hace es mejorar el contorno corporal.
El precio de la liposucción dependerá de distintos factores, como las zonas de intervención, el grado de dificultad, el peso del paciente, los honorarios del cirujano, las tarifas de gastos de la clínica, las pruebas preoperatorias, los medicamentos necesarios, así como otros costes, entre ellos la ubicación de la clínica, el personal de enfermería y el anestesista.
En el caso de la liposucción suave, este último capítulo será más reducido, pues solo se requiere anestesia local, si bien el tiempo que necesita el cirujano es otro factor determinante a la hora de establecer el precio.
Aun siendo de mayor duración, la liposucción suave suele ser más económica. De forma orientativa, la liposucción tradicional de abdomen puede oscilar entre los 2.000 y los 6.000 euros.
O, por ejemplo, una liposucción de brazos podría oscilar entre los 1.500 y los 4.000 euros y la cadera o cintura rondaría un precio aproximado de entre los 1.600 y los 5.000 euros.
Aunque los precios puedan variar de forma significativa de una clínica a otra para una misma liposucción, independientemente del tipo que sea, tengamos en cuenta la importancia de contar con buenos y experimentados profesionales y clínicas que
También se recomienda pedir un presupuesto por escrito, en el que se incluyan los gastos asociados a la intervención. Por último, puesto que se trata de un tratamiento estético, a la hora de financiarla actuemos de forma reflexiva si ello va a suponer un endeudamiento.
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