La oftalmología infantil es la rama de la oftalmología que se ocupa de la visión de las niñas y niños y de todas aquellas enfermedades que afectan a sus ojos. El niño adquiere una visión completa entre los 5 y los 7 años, por ello los oftalmólogos recomiendan que a los 4 años se haga la primera revisión ocular, que luego debe ser periódica.
La oftalmología infantil es una especialidad de la oftalmología dedicada al análisis de la visión del niño y el tratamiento de enfermedades de los ojos. Su razón de ser tiene que ver con el hecho de que la visión va evolucionando desde los primeros días de vida, y durante toda la niñez, hasta alcanzar su completo desarrollo. Por lo tanto, también se integra dentro de la pediatría.
Sobre todo, son importantes los primeros tres años, si bien durante los primeros meses de vida el niño debe ir superando una serie de fases muy determinadas. Posteriormente, también es importante realizar un seguimiento de su desarrollo, tanto a nivel de crecimiento general como de la evolución de su vista en particular.
No perdamos de vista que un recién nacido ve borroso y empieza a desarrollar la vista en función de sus necesidades, ampliando su campo de visión de forma paulatina. Así pues, evaluar si el niño va cumpliendo dicho calendario desde los primeros meses de vida es clave visitar al oftalmólogo pediátrico para identificar posibles retrasos en las adquisiciones previstas.
Se trata, en suma, de hacer un seguimiento de la evolución de la capacidad visual del bebé durante los primeros meses de vida, además de realizar detectar o descartar posibles problemas de visión.
Los retrasos en dicha evolución podrían estar vinculadas a enfermedades o trastornos de distinto tipo que podrían agravarse más tarde. O, por ejemplo, requieren un tratamiento temprano para evitar problemas que luego no tienen solución o dejan secuelas.
De forma orientativa, recordemos que la agudeza visual de los niños va desarrollándose poco a poco, hasta alcanzar el ciento por ciento de su visión alrededor de los 7 u 8 años los niños, lo cual no significa que algunas alteraciones no puedan corregirse de forma preventiva algunos años después en caso de no haberse detectado a tiempo.
Idealmente, dicha especialidad se llevará a cabo a través de unidades multidisciplinares, en las que participen oftalmólogos, pediatras, ortopistas y profesionales de la cirugía oftalmopediátrica, con el fin de evaluar y tratar los trastornos visuales desde la niñez.
En caso de no disponer de este tipo de unidades, será importante la comunicación y trabajo conjunto en algunos casos concretos entre pediatra, oftalmólogo pediátrico y otros especialistas. En algunos casos, el diagnóstico, control y tratamiento de la enfermedad precisa de la participación de otras especialidades pediátricas.
Los problemas de visión en niños pueden ser de muy distintos tipos. Desde aquellos ocasionados por una lesión o trauma hasta los ocasionados por enfermedades subyacentes o sencillamente constituir un síntoma de una patología todavía no diagnosticada.
Los síntomas más comunes que deben alertarnos sobre la existencia de problemas oculares pueden ser de muy distinto tipo. Entre otros, lagrimeo, legañas más habituales de lo normal, ojos rojos, desviación del ojo, estrabismo, así como rascarse los ojos, caída del párpado superior o, por ejemplo, guiñar o, pongamos por caso, entornar los ojos para ver mejor, posturas forzadas para leer, escribir o ver la televisión, acercándose mucho, dolor de cabeza, etc.
Las cataratas infantiles, glaucoma, astigmatismo, ojo vago o ambliopía, opacidad corneal, miopía, hipermetropía, estrabismo, malformaciones, tumores de la retina y nervio óptico, uveítis o problemas neurológicos que afectan a la visión son algunos de los principales problemas más frecuentes de visión en niños que precisan de una atención médica lo más temprana posible. Su tratamiento a tiempo por un oftalmólogo es fundamental, ya que se considera que los problemas de visión en los niños son los responsables entre el 15 y el 30% del bajo rendimiento escolar.
A tal efecto, es fundamental saber cómo detectar anomalías que pudieran ser una urgencia médica, si bien por lo general un examen periódico, con la frecuencia que aconseje el oftalmólogo pediátrico en función de cada caso, será la mejor manera de controlar la salud visual del niño.
Las revisiones rutinarias oftalmológicas especialmente recomendadas para los niños varían en función de la edad. No en vano, la edad del niño determina qué prueba realizar. Por ejemplo, para determinar la agudeza visual, entre los 2 y 5 años se suele realizar el test de Pigassou o, la escala de la E de Snellen a partir de los 4 años, entre otros.
Aunque el oftalmólogo nos orientará al respecto, es importante saber que de 0 a 3 años es un periodo clave para detectar los primeros problemas, sobre todo los congénitos.
En estos primeros años de vida ya pueden apreciarse fácilmente diversas anomalías oculares, como la pupila blanca o la desviación de los ojos. Posteriormente, es decir, desde los 3 ó 4 años los niños pueden colaborar en algunos tests de visión, pues tiene un suficiente dominio del lenguaje, haciendo más fácil la detección de problemas de visión relativamente frecuentes, como los defectos de refracción o el ojo vago.
Por último, durante toda la infancia, hasta la adolescencia, se realizarán revisiones rutinarias de uno u otro tipo en función de los problemas de salud ocular detectados, así como de forma preventiva. En definitiva, cuanto antes se detecten y traten posibles problemas oculares más más posibilidades habrá de corregirlos.
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La salud ocular de los niños en el inicio del curso escolar
En una entrevista realizada a la doctora Idoia Rodríguez Maiztegui de la Unidad de Motilidad Ocular y Visión Binocular con motivo del inicio del curso escolar, esta profesional habla de las principales patologías oculares que afectan a los niños. Se puede detectar un problema visual de un niño a partir de una edad muy temprana, sobre todo si tienen síntomas que se advierten a simple vista, como estrabismo o nistagmo. Incluso pueden verse cuando un niño acaba de nacer.
Las enfermedades más frecuentes son la refracción, miopía, astigmatismo e hipermetropía, y la doctora recomienda no esperar a que empiece el curso escolar y que el niño se queje a iniciar el tratamiento, destacando la prevención como arma para combatir el fracaso escolar. No actuar a tiempo puede derivar en otros problemas peores, como ojo vago y pérdida de relación binocular.
Aunque la orientación del pediatra es fundamental, el diagnóstico debe hacerlo el oftalmólogo, que está especializado en este tipo de patologías. Con el correcto seguimiento, se pueden disminuir las cifras de enfermedades como el ojo vago, que afecta a más de un 2% de la población infantil. “Es un porcentaje muy elevado, ya que se trata de un fenómeno evitable y reversible”, opina la doctora.
La prevención es muy importante en oftalmología infantil
En oftalmología infantil se presta especial atención a los problemas que los niños presentan en sus primeros años de vida, como pueden ser el estrabismo o desviación de los ojos, temblor ocular (también conocido como nistagmus) o pupilas blancas o grisáceas, lo conocido como leucocoria, problemas visuales que se pueden tratar pero que podrían derivar en problemas más graves.
Algunos niños presentan esta clase de síntomas poco después de nacer o en el desarrollo de sus primeros años de vida, por eso los oftalmólogos recomiendan a los padres permanecer atentos a cualquier signo extraño que puedan identificar.
Los problemas más típicos de visión en niños suelen ser la miopía, hipermetropía, astigmatismo, ojo vago o estrabismo, cuyo tratamiento debe ser todo lo precoz posible para corregirlo antes de la edad adulta. Además, diversos estudios han demostrado el impacto de las enfermedades oculares en el fracaso escolar, un tema que los oftalmólogos tienen muy presente y para el que recomiendan toda la prevención posible. Un diagnóstico a tiempo, por consiguiente, puede evitar muchos problemas futuros y corregir la mayoría de los problemas de visión en niños, que suelen empezar con dolor de cabeza, problemas en clase o síntomas más visibles como los del estrabismo.
Jugar con punteros láser puede provocar daños irreversibles de visión, según revela un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores estadounidenses del centro VitreoRetinal Surgery, en Minneapolis. El trabajo alerta sobre el riesgo que supone el uso incorrecto, pudiendo ocasionar daños en la retina del ojo que deriven en pérdida de la vista.
El estudio se llevó a cabo tras producirse varios casos de lesiones por este motivo, y los resultados se difundieron en un artículo publicado en la revista "Pediatrics", en el que se detallan los cuadros clínicos de cuatro pacientes atendidos por este motivo.
Los niños tenían entre 9 y 16 años, y según se explica en el artículo llegaron a un centro hospitalario con pérdida de visión producida horas o días después de mirar o jugar con punteros láser de color verde o rojo. En uno de los casos el niño presentó estos síntomas tras mirar el reflejo en un espejo.
Tres de los menores presentaban daños potencialmente irreversibles de pérdida de visión, si bien no revestían gravedad. Por su parte, el otro acabó sufriendo una pérdida de visión significativa, al límite de la vista necesaria para obtener el permiso de conducir.
A largo plazo, sin embargo, no se ha observado un agravamiento, por lo que en el peor de los casos se espera una pérdida de visión muy leve. Como consejo práctico, recomiendan que de usarse los punteros sean de mínima potencia, nunca superior a los cinco milivatios.