El área médica de la oncología urológica es una sub especialidad de la urología que se ocupa del estudio, diagnóstico y tratamiento de los tumores del sistema urinario, como el cáncer de próstata, de vejiga, testicular y de riñón.
En este artículo vamos a hacer una breve aproximación sobre qué es y qué patologías y enfermedades trata esta especialidad médica, cuyos profesionales se llaman uro-oncólogos, formados para realizar diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los tumores urológicos.
En otras palabras, la oncología urológica trata las enfermedades oncológicas de los órganos genito-urinarios, haciendo especial hincapié en los tumores malignos o cáncer, si bien también se ocupan de los tumores benignos.
Los tumores más frecuentes son el tumor de próstata, vejiga urinaria, cáncer de vías urinarias, cáncer renal, de testículo o de pene, entre otros, como son los tumores retroperitoneales, adrenales o la invasión tumoral de órganos urológicos.
Entre ellos, podemos mencionar como más comunes el cáncer de próstata en hombres (el más común en el hombre), el cáncer de vejiga, cuya incidencia es especialmente importante entre los fumadores, así como el cáncer de riñón (sobre todo el carcinoma de células renales) y el cáncer de pene y testículo.
Los síntomas que deben alertarnos son muy distintos, y dependen de tipo de tumor de que se trate, como la sangre en la orina, masa palpable en testículos o abdomen, escozor en la micción, necesidad frecuente de orinar o, por ejemplo, el tabaquismo o los antecedentes familiares.
Sin embargo, en muchas ocasiones se trata de enfermedades silenciosas, que no presentan síntomas, muy a menudo en las primeras etapas, razón por la que es esencial llevar a cabo chequeos regulares, sobre todo a partir de cierta edad.
Con especial importancia, lógicamente, en pacientes que necesiten un control estrecho por ser casos que presenten factores de riesgo, como la edad, los antecedentes familiares o el tabaquismo.
A este respecto, por lo tanto, es fundamental informarse previamente: interesarse por esta cuestión y buscar la oportunidad para consultar nuestro caso con el especialista en urología con el objeto de poder concretar la conveniencia de realizar pruebas específicas y ajustar la frecuencia de los chequeos.
Afortunadamente, tal y como se indica en el último epígrafe, la detección temprana que facilitan las nuevas técnicas disponibles aumenta de forma importante las tasas de curación. En muchos casos, por otra parte, se trata de una patología benigna, debida a quistes, tumores benignos o inflamaciones.
Entre los tratamientos quirúrgicos destaca la cirugía laparoscópica, una novedosa técnica quirúrgica mínimamente invasiva, que se realiza a través de pequeñas incisiones en el abdomen mediante el uso de un laparoscopio.
El laparoscopio es una varilla telescópica con un sistema de lentes, que normalmente se conecta a una cámara de video y que permite hacer uso de las imágenes que aparecen en los monitores para magnificar los elementos quirúrgicos.
Frente a los métodos quirúrgicos tradicionales, esta cirugía reduce el sangrado, el dolor, la cicatriz y la estancia hospitalaria, logrando también una más rápida recuperación.
Por su parte, en función de cada caso y tipo de tumor, se podrá aplicar cirugía endoscópica, por vía abierta y robótica, por lo general de forma complementaria con quimioterapia, radioterapia, crioterapia o braquiterapia, además de diferentes fármacos.
También existe la endourología, mínimamente invasiva.
Las unidades de uro-oncología que encontramos en el entorno clínico hospitalario permiten una atención integral gracias a un enfoque multidisciplinar, importante tanto para mejorar las labores de prevención como de cara a realizar diagnósticos tempranos y ofrecer terapias más eficaces e individualizadas.
No en vano, el diagnóstico precoz del cáncer urológico puede llegar a ser decisiva para su curación definitiva. Ya sea a través de unidades especializadas o acudiendo a la consulta del uro-oncólogo, para su diagnóstico temprano se recomiendan chequeos anuales en los que se empleen las técnicas necesarias.
Las técnicas más utilizadas son la ecografía, urografía, biopsia con agua eco o TC dirigido, TAC, RMN, gammagrafía ósea o la prueba y detección de PSA o de otros marcadores tumorales. Por último, las revisiones periódicas son de gran ayuda para la salud urológica del paciente, formando parte de una revisión de salud general.
De forma orientativa, tengamos en cuenta que los urólogos recomiendan hacerse revisiones periódicas a los mayores de 50 años con el fin de realizar un diagnóstico lo más temprano posible ante un posible cáncer. En algunos casos, será conveniente contar con la colaboración de otras especialidades médicas, con el fin de realizar un mejor diagnóstico y, en su caso, también un tratamiento con más probabilidades de éxito.
Los avances en diagnósticos computerizados y analíticos, por otra parte, permiten la reducción del tiempo de diagnóstico de estas enfermedades, otro factor clave para mejorar el diagnóstico, así como la tasa de recuperación y curación.
La cirugía oncológica asistida por robot conlleva numerosas ventajas que realmente son significativas para el paciente y también para el cirujano. Entre otras, una menor invasión, minimizar el riesgo de complicaciones, así como una disminución de infecciones y sangrado o un postoperatorio más rápido.
Ello supone también una menor estancia hospitalaria más corta términos de movilidad. Por su parte, el cirujano obtiene una mejor visión, exactitud y precisión, de gran importancia a la hora de realizar extirpaciones de tejido.
Aunque requiere de una preparación específica, la cirugía asistida por robot en muchos casos implica las técnicas de cirugía tradicional, sin su carácter invasivo. A su vez, el Sistema Da Vinci, nombre de uno de los robots más utilizados, brinda al cirujano una visión en 3D, aumentando la visualización del campo anatómico y eliminando temblor natural de la mano.
El uso de esta técnica para intervenir a un paciente con cáncer de próstata, pongamos por caso, permite realizar mediante incisiones muy pequeñas, por lo que a menudo se previenen posibles secuelas. En concreto, se pueden conservar los nervios que producen la erección, al tiempo que se reduce el riesgo de incontinencia urinaria.
En general, la cirugía asistida con robot se ha revelado como una tecnología punta de grandes potencialidades, que ya está demostrando importantes beneficios. Si bien su acceso no siempre es posible, pues exige el uso de aparatos caros, así como la preparación de los cirujanos y demás profesionales que participan en el procedimiento quirúrgico.