El peeling es una técnica utilizada en dermatología o en medicina estética para el rejuvenecimiento facial, que no tiene carácter invasivo, ni produce dolor. La misma permite tratar diferentes problemas de envejecimiento de la piel, como pueden ser la piel ajada en cuanto a color, tacto, aspecto, etc., las arrugas, las manchas, las pequeñas lesiones de acné, etc.
La técnica de peeling consiste en la aplicación, sobre la piel, de un producto químico, que provocará una peladura imperceptible o un recambio total de la piel, eliminando células muertas o dañadas. Lo anterior dependerá del producto, forma de aplicación, tipo de piel, etc.
El peeling químico se suele realizar en diferentes sesiones entre 3 y 8, con una duración de 30-60 minutos; previamente será necesario preparar la piel de forma adecuada, utilizando cremas especiales. Durante el proceso, se puede sentir picor, inflamación o sensación de calor, que disminuirá con la utilización, entre sesiones, de hidratantes, cremas reparadoras y protectores de la piel frente al sol. Una vez finalizado el tratamiento, para mantener el mismo será precisa la hidratación, limpieza y protección, y puede que alguna nueva sesión de peeling, más esporádica.
Un aspecto fundamental para el éxito del peeling es la correcta explicación por parte del dermatólogo o especialista en medicina estética, de todo el proceso a seguir, de los posibles efectos adversos o contraindicaciones, de los cuidados antes, durante o después del tratamiento.
Las situaciones en que el peeling resulta de mayor eficacia, son la eliminación de pequeñas arrugas y manchas de la piel, la corrección de su tono y textura, cuando ha sido afectada por el alcohol, el tabaco, la exposición solar, el estrés, etc. La técnica de peeling se puede combinar con otras de medicina estética como son el lifting, la mesoterapia, el relleno con ácido hialurónico, o la aplicación de botox o toxina botulínica.
La renovación de las capas superiores de la piel se realiza de forma natural, pero podemos acelerar el proceso mediante los peelings faciales, logra unos resultados fantásticos en todo tipo de pieles.
Sin embargo, lograrlo no es fácil. Como ocurre en tantas otras ocasiones, es conveniente escoger los ingredientes idóneos para impulsar el proceso de renovación celular de la mejor manera, pues de otro modo la piel se resentiría o sencillamente no lograríamos lo esperado.
Agilizar el proceso de renovación de las células de la piel sin que ésta sufra y, por otra parte, alcanzar nuestro objetivo requiere realizar la elección adecuada del tipo de peeling empleado.
Los peelings superficiales se emplean para dar luminosidad a la piel y reducir impurezas y células muertas de la epidermis. Obtendremos unos buenos resultados que exigirán un mantenimiento mensual mediante formulaciones basadas en ácido glicólico o ácido salicílico
Si queremos mejorar lesiones en la capa media, como manchas, arrugas no demasiado pronunciadas o cicatrices de acné, se recomienda realizar un peeling medio basado en ácido tricloracético. Lograremos una renovación completa de la epidermis y parte de la dermis, por lo que los resultados serán más a largo plazo.
Tanto el anterior tipo de peeling como éste requieren una aplicación profesional para evitar posibles cicatrices, ambos recomendados cuando el daño en la piel es medio o intenso, respectivamente.
El peeling profundo se suele basar en el fenol como principio activo y se aplica cuando son manchas y arrugas profundas. En este caso se requiere hospitalización y anestesia general.
Realizar un peeling facial casero con productos naturales está al alcance de todos, tanto por su bajo coste como por lo tremendamente sencillo que resulta prepararlo y aplicarlo.
Por lo general, no necesitamos recurrir a ingredientes poco comunes. Podemos hacerlo utilizando productos que solemos tener en casa, siempre primando aquellos que mejor se adapten a nuestro tipo de piel o estado de la misma.
Puede ser un peeling antiarrugas, calmante si nuestra piel es sensibles, aasí como específico para pieles grasas por sus propiedades astringentes. O todo lo contrario, si incluimos ingredientes que nutran las pieles secas.
La combinación de ingredientes es bastante libre, si bien hemos de tener en cuenta que el huevo ayuda a hidratar y la pulpa o zumo de las frutas y verduras aportar luminosidad y frescura al rostro. Elegir unos u otros dependerá de las necesidades de cada piel, y tras conseguir una pasta suave su aplicación es tan fácil como extenderla sobre el rostro, evitando ojos y su contorno.
Al margen de las distintas formulaciones empleadas, el objetivo final será lucir una piel más saludable, que ofrezca un mejor aspecto. No podemos esperar que las arrugas desaparezcan u otros resultados milagrosos, pero sí una piel más suave y cuidada, que no es poco.
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