La podología, como es bien sabido, estudia y trata el pie y sus patologías. Se trata de una disciplina médica que cubre tanto el pie normal como las enfermedades que le afectan, incluyendo la posturología y tratamientos para prevenir, curar o frenar el avance de problemas de salud relacionados con ellas.
No en vano, por un lado, los pies son el punto de apoyo del cuerpo y la base del equilibrio. Igualmente, es un órgano de estructura compleja, cuya piel actúa como barrera protectora, aislando al organismo del exterior. Su funcionalidad múltiple los convierte, en definitiva, en una parte de nuestra anatomía muy castigada. Estar sometidos a un desgaste continuo hace que sea una estructura en constante renovación, al tiempo que sufre distintas alteraciones por diferentes factores. Desde un enfoque más centrado en el tema que nos ocupa, las afecciones cutáneas del pie son una especialización podológica que incluye desde el tratamiento de heridas o la visualización de múltiples patologías hasta las técnicas de análisis para llegar a un diagnóstico y realizar el seguimiento de la terapia establecida.
Las patologías y trastornos dermatológicos que se encuentra regularmente el podólogo en la consulta incluye los callos y durezas (hiperqueratosis y helomas), hongos (pie de atleta, onicomicosis), infección en la raíz de la uña o problemas de las uñas.
En este capítulo, son frecuentes las uñas encarnadas (onicocriptosis), la onicogrifosis o uña engrosada, así como las uñas con hongos u onicomicosis. También se pueden producir cambios de coloración de las mismas, tumoraciones o prominencias óseas subungueales.
En cuanto a las tumoraciones, éstas pueden ser benignas o malignas y aparecer en la parte blanda del pie, con lo que pertenece al área de la podología dermatológica, sin que ello obste para dar un tratamiento multidisciplinar.
Otras afecciones se refieren al engrosamiento de la piel (hiperqueratosis), la psoriasis o trastornos de la sudoración (hiperhidrosis o sudoración excesiva y bromhidrosis o mal olor), infecciones bacterianas como la queratolisis punteada o el eritrasma, o virus (papilomas o verrugas)
La xerosis o piel seca, por otra parte, origen de otras enfermedades, es una condición en la piel del cuerpo en general que la muestra áspera, rugosa y envejecida.
En suma, numerosas las alteraciones de la piel de los pies son consecuencia o se ven influenciadas por una serie de problemas internos, malos hábitos o factores ambientales, como el entorno laboral, el tipo de calzado o las prácticas deportivas, pongamos por caso.
Estos son, por otra parte, algunos de los principales casos clínicos, en los que suele esperarse a situaciones ya avanzadas. Lejos de buscarse la tan necesaria prevención o el diagnóstico temprano, por lo general prestamos más atención a nuestros pies cuando empiezan a preocuparnos los síntomas avanzados. En especial, cuando cursan con dolor, resultan molestos en el día a día y/o resultan antiestéticos.
El tratamiento, como es lógico, dependerá de cada caso analizado, si bien se siguen los protocolos más habituales. Por un lado, abarcará tanto la prevención como la terapéutica farmacológica como medidas conservadoras.
En caso de ser necesario se recurrirá a la cirugía podológica, si bien hemos de tener en cuenta que muchas de estas patologías pueden requerir una pequeña intervención que resultará sencilla. A continuación, veremos algunos consejos prácticos para la elección del profesional adecuado en función de las necesidades propias de cada caso.
En efecto, cabe señalar que el diagnóstico y tratamiento de problemas dermatológicos del pie también puede hacerlo un dermatólogo. Después de aquel, por otra parte, en algunos casos se requiere la realización de cirugía cutánea, por lo general de pequeña entidad. Asimismo, después de ésta se debe llevar a cabo un tratamiento que podría requerir vendajes y curas.
Cuando interviene el podólogo, por su parte, suele usar técnicas de quiropodia, por ejemplo, cuando el roce del zapato provoca callos o eliminar la parte incrustada en la piel cuando se padece de onicocriptosis. Igualmente, se suele recurrir a dispositivos ortopédicos para corregir distorsiones y proteger áreas del pie castigadas.
El cirujano ortopédico suele orientar su intervención a la corrección de la deformación de los dedos conocida como hallux valgus o juanetes. En estos casos, la evolución del hallux valgus por lo general se acompaña de dolores en el pie al caminar, en parte provocados por la inflamación en el área y la formación de callos, así como otras complicaciones cutáneas.
Un claro ejemplo éste de la importancia de corregir mediante cirugía los juantes para así poder curar y, al tiempo, prevenir la aparición de los problemas dermatológicos asociados.
Por lo tanto, la podología dermatológica puede requerir o bien de un tratamiento multidisciplinar, como ocurre con el denominado pie de riesgo, más proclive a ulceraciones en algunos pacientes, o de la elección del profesional más adecuado para cada caso. Nuestro médico de cabecera podrá orientarnos al respecto.