La técnica del retensado cutáneo es un innovador tratamiento estético orientado a la mejora de la tonicidad muscular y de la piel, así como a otros signos del envejecimiento cutáneo. Mejorar el aspecto físico para paliar los signos del envejecimiento, como es bien sabido, constituye un tradicional objetivo de la medicina estética, siempre buscando tratamientos lo menos invasivos posible.
La técnica del retensado regenera y revitaliza la piel del cuerpo desde las capas más profundas del músculo y del tejido que mantiene la piel elástica. Por otro, lo hace de un modo genérico, tanto atacando la flacidez facial como otros signos en diferentes partes del cuerpo, como puedan ser la falta de tonicidad en brazos y piernas.
¿Pero, en qué consiste, concretamente? Veamos primero una definición por pasiva. Es decir, no es botox, no es relleno y, por ejemplo, tampoco requiere pasar por el quirófano. Es decir, no se da volumen al modo tradicional de la cirugía estética, ni tampoco como lo hacen modernas tecnologías, con resultados dispares.
El retensado cutáneo puede definirse como una técnica rejuvenecerora que esculpe cara y cuerpo reduciendo o eliminando arrugas y pliegues, orientando la técnica o técnicas aplicadas a la mejora general del aspecto de la piel.
Al no utilizar sustancias de relleno no se corre el riesgo de deformación, una clara ventaja. Así pues, según las áreas a tratar y las características del paciente, se planea una determinada intervención para devolver a la piel su tersura. Gracias a ello, concretamente mediante un tratamiento con propiedades físico químicas aplicado a través de distintas técnicas, se logran recuperar volúmenes.
En definitiva, se consigue revertir el envejecimiento cutáneo atacando diferentes frentes: arrugas, pérdida de volumen y de elasticidad cutánea desde un enfoque a la medida de las necesidades del paciente.
Las técnicas de aplicación pueden incluir desde la terapia intradérmica, hasta tratamientos previos a nivel de suplementos o de activación de diferentes procesos biológicos.
Se actúa de forma interna y externa para la estimulación de la estructura dérmica, tanto a nivel facial como corporal, según se estime conveniente, para así reducir arrugas y líneas de expresión, ayudando también a la redefinición de contornos y a evitar descolgamientos.
La técnica de aplicación que se aplica a través de la infiltración de una combinación de productos, como por ejemplo el endopeel, formado por mentol, ácido araquidónico y ácido carbólico.
Se trata de una infiltración que requiere el uso de micro agujas que permiten inyectar el compuesto sin dolor, ya que además se habrá aplicado un sedante.
Frente al famoso bótox, la infiltración de esta combinación u otras alternativas en el músculo representa una opción interesante gracias a sus propiedades físico químicas, efectivas en la reducción de los signos de expresión y otras señales de envejecimiento.
Es importante señalar que es posible sufrir alguna inflamación o hematoma en la piel en los días después del tratamiento, si bien éstas podrán ser las mínimas cuando se utilizan cantidades pequeñas, siempre según requiera cada caso.
Sea como fuere, salvo casos de alergias, -por lo general raros, y que pueden prevenirse con tests previos o desaconsejando su realización-, las inflamaciones y molestias son pasajeras y de poca entidad. Así las cosas, se cuenta con ellas teniendo presente que alcanzar los deseados resultados implica estos efectos secundarios transitorios.
Es más, salvo el pequeño riesgo de sufrir algún pequeño hematoma o hinchazón en los puntos de aplicación (la realización de masajes específicos también puede evitarlo o reducirlo), el paciente se reincorpora a la vida diaria de forma inmediata.
La mejorías, por otra parte, se aprecian ya desde los primeros días del tratamiento, aunque éste puede prolongarse durante varios meses, con aplicaciones espaciadas en diferentes áreas.
La actuación se realiza en distintos puntos estratégicos, por lo tanto, determinando el especialista estético la mejor opción para cada paciente, por lo que se actuará en el tejido subcutáneo y muscular de la forma prevista. Tanto en lo que respecta a las zonas a tratar como al tipo de tratamiento, así como al número de sesiones y a su periodicidad.
Esta definición del protocolo de forma personalizada, así como del diseño y marcado individualizados, en efecto, son características propias del retensado cutáneo. Del mismo modo que, sin duda, representa un avance importante en el tratamiento no quirúrgico de los principales signos del paso de tiempo en la piel.
Si todo sale según lo previsto, como suele ocurrir cuando se buscan profesionales experimentados, se logra un efecto lifting en zonas de aplicación tan diferentes como la cara, el cuello y el escote hasta los brazos, muslos o glúteos.
Por lo general, con una duración media de un año, y su aplicación es posible tanto en hombres como en mujeres, sin precisar convalecencia.
Un rejuvenecimiento no invasivo de efecto inmediato que, en fin, es importante tener en cuenta si se barajan distintas alternativas a la hora de ganar la batalla a los años a nivel estético.