Los trastornos de la alimentación más frecuentes son la anorexia, bulimia y obesidad, y en todos los casos se trata de problemas de conducta, que suelen estar asociados con tristeza, inadaptación social, dificultad en la relación de pareja o de familia, etc. y que por lo tanto deben ser tratados por un equipo multidisciplinar, formado por un psicólogo, al que deberá acompañar un especialista en endocrinología y nutrición, un psiquiatra, e incluso ginecólogos, para evitar que se agraven.
En el caso de la anorexia se tiene una idea distorsionada de las dimensiones del propio cuerpo; existe un gran miedo a aumentar de peso, o llegar a ser obeso; en las mujeres, es frecuente que exista amenorre. Puede ser de dos tipos la anorexia restrictiva, cuando no se come, para no aumentar de peso, o la anorexia compulsiva, cuando se recurre a grandes atracones y luego se provoca el vómito o se toman laxantes.
El otro trastorno de la alimentación más frecuente es la bulimia, muy similar a la anorexia, que se caracteriza porque los que la padecen recurren a grandes ingestas de alimentos, para luego provocarse vómitos o o recurrir a laxantes. Se diferencia de la anorexia, porque el peso del paciente no está por debajo del 85% del peso idóneo.
Los trastornos de la alimentación son más frecuentes en las mujeres, y empiezan con la edad adolescente.
La ortorexia, término acuñado por el norteamericano Steven Bratman, nos presenta un trastorno alimentario caracterizado por la obsesión patológica a la hora de ingerir alimentos considerados saludables restringiendo cada vez más la dieta ya que cada vez la persona acepta menos alimentos como saludables. El enfoque de la persona que se sumerge en este tipo de problemática es el de escapar de posibles enfermedades físicas, pulir su figura, potenciar el autocontrol en su vida, y malinterpretar que por adherirse a un tipo de alimentación así se adentra en un perfil deportivo y cultural. La preocupación por los alimentos llega a ser el pilar central de su vida, dedicándose a organizar la dieta a diario, a la supervisión de las etiquetas constantemente, desplazarse grandes distancias por encontrar un alimento específico y puramente ecológico, la búsqueda de información y un sobreanálisis de algunos productos una vez adquiridos.
Suelen verse inmersos, una vez dentro de la problemática, en cierto aislamiento social pues consideran que están ajenos a ciertas dinámicas, que la gente no les comprende y cada vez desarrollan sus propias reglas de alimentación y relación con el mundo.
La realidad es que, como el propio Steven Bratman indica, es una enfermedad disfrazada de virtud, que se diferencia de la anorexia y otros trastornos alimentarios en que el objetivo no es la pérdida de peso. El resultado es que el seguimiento de estas pautas tan estrictas de alimentación conlleva finalmente una desnutrición por falta de vitaminas y otros nutrientes, la aparición de conductas compulsivas y una realidad que pueden llevar a una inanición o a la aparición de otras enfermedades.
El tratamiento de los trastornos de la alimentación, en un primer momento tendrá como objetivo, sanar las alteraciones biológicas, que ponen en riesgo la vida del paciente, para lo que se procurará un aumento de peso y una corrección de las consecuencias de una mala nutrición. Paralelamente a ello, se tendrán en cuenta aspectos psicológicos, que interactúan con los biológicos, pudiéndose llegar a un tratamiento psicofarmacológico, si fuera necesario. Muchos de los problemas de depresión o de obsesiones, se pueden derivar de la mala nutrición y desaparecer al corregirse esta.
Una segunda fase del tratamiento, contempla los aspectos psicológicos que fueron origen del problema, como por ejemplo problemas de autoestima, de autoimagen, problemas familiares o de relación social.
La tercera fase es de consolidación de las mejoras logradas, normalizando ya la alimentación y realizando un seguimiento por parte de los especialistas, sobretodo durante la adolescencia.
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Aumentan las webs que incentivan la anorexia y la bulimia
Según un informe publicado en 2011, las webs relacionadas con la anorexia y la bulimia o que las fomentan de alguna forma no paran de crecer. De hecho, desde 2009 se han multiplicado más de un 400%, lo que suponen un peligro para los navegantes que pueden encontrar información que utilizar en su enfermedad.
Actualmente no existe ninguna ley que las prohíba, a pesar de que fomentan este tipo de enfermedades como un estilo de vida y no como una patología, lo que supone, según los expertos, un problema de salud pública. Este tipo de páginas no solo se usan para dar consejos sobre cómo perder kilos de forma poco saludable, sino que fomentan estas prácticas y ponen en contacto sobre todo a adolescentes con problemas de este tipo que encuentran un apoyo en otras personas en su misma situación.
En Italia, por ejemplo, la legislación ya prohíbe este tipo de web, pero en el caso de nuestro país todavía no hay una sentencia al respecto. Así, su proliferación no para de multiplicarse, lo que supone un problema sobre todo para los menores. Los psicólogos y psiquiatras, así como otros especialistas en el tema recomiendan que los padres controlen el comportamiento de sus hijos en la red para tratar de evitarlo.