Entrevista a Natalia Correa Flores, psicóloga especialista en duelo en Centro Aesthesis

"En algunos casos el duelo se complica, y con el paso del tiempo el malestar aumenta en lugar de disminuir. Precisamente este sería el síntoma principal que remarca la conveniencia de llevar a cabo una terapia psicológica."

Natalia Correa Flores es Licenciada en Psicología por la Universidad de Almería. Ha realizado además un Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y posee formación en Psicoterapia Relacional. Es especialista en el tratamiento del duelo en Centro Aesthesis.

¿Por qué decidiste dedicarte a la psicología?

Me decanté por esta rama de trabajo debido a mi interés en el funcionamiento de la mente y en poder ayudar a otras personas a conocerse y entenderse mejor, otorgando importancia a la parte más emocional de las personas.

Recuerdo que en el momento en el que tuve que tomar la decisión sobre mi futuro profesional, no tuve ninguna duda. Solicité la carrera de psicología por todo el territorio español. No me importaba el lugar pero tenía claro que quería ser psicóloga. Actualmente me reafirmo en esta decisión.

Cuentas con formación en psicoterapia relacional ¿Podrías explicarnos en qué consiste?

La Psicoterapia Psicoanalítica Relacional es aquella manera de hacer terapia en la cual se busca entender las relaciones que ha tenido el paciente a lo largo de su vida, sobre todo las relaciones con sus principales figuras de apego (madre, padre, cuidadores...) para, de este modo, lograr entender cómo funciona su psiquismo, qué idea tiene el paciente de sí mismo, del mundo y de las personas que le rodean. Para que esto suceda es imprescindible que, con el paso de las sesiones, se establezca un vínculo de apego seguro entre terapeuta y paciente. Si esto se consigue, el paciente poco a poco, con la ayuda del terapeuta, podrá ir integrando la memoria implícita con la memoria explícita, es decir, podrá ir conectando emocionalmente. Dicha integración va a hacer que el sufrimiento que siente el paciente aminore, pues va a entender el origen del malestar.

Además, una tarea indispensable del terapeuta psicoanalítico relacional, será, a través de ese vínculo seguro, ayudar al paciente a conocerse mejor, potenciando su capacidad de asociación y de introspección.

Por otro lado, la Psicoterapia Psicoanalítica Relacional se nutre de diferentes ciencias como son la Psicología, la Psiquiatría, la Neurociencia o la Antropología, lo que la hace ser una disciplina rica y completa.

Has trabajado en el Servicio de Asistencia a las Víctimas en Andalucía ¿Cuál es el mayor aprendizaje que te ha aportado esta experiencia?

Mi experiencia profesional en el S.A.V.A fue muy enriquecedora. Poder estar dentro de un equipo multidisciplinar que acerca la justicia a aquellas personas que están siendo víctimas de algún delito o falta, indudablemente aporta diferentes aprendizajes. No obstante, si he de destacar el mayor de todos, señalo la importancia de profundizar en el mundo interno de los diferentes usuarios.

El trabajo allí me hizo entender el valor que adquiere un acompañamiento psicológico desde el primer momento en el que la persona demanda ayuda.

Eres especialista en el tratamiento del duelo ¿Qué tipos de duelo puede presentar un paciente?

Antes de explicar las diferentes clasificaciones del duelo, es importante definirlo. El duelo es la reacción psicoemocional que se produce en las personas tras una pérdida afectiva significativa.

Destacaré los siguientes tipos de duelo: Duelo normal, duelo retardo, duelo ausente, duelo anticipado, duelo desautorizado, duelo inhibido, duelo crónico, duelo enmascarado, duelo ambiguo y duelo sin resolver, patológico o complicado. En el siguiente enlace los explico detalladamente.

¿Cuáles son los síntomas de alerta para determinar si una persona necesita terapia psicológica para atravesar este proceso?

Experimentar dolor en este proceso es completamente normal y esperable debido a la carga emocional que conlleva la pérdida. No obstante, en algunos casos el duelo se complica, como mencionaba anteriormente, y con el paso del tiempo el malestar aumenta en lugar de disminuir. Precisamente este sería el síntoma principal que remarca la conveniencia de llevar a cabo una terapia psicológica.

Ante esta situación, los síntomas más comunes que desembocan en malestar son un fuerte sentimiento de impotencia y la desesperanza. En los casos de duelo por la pérdida de un vínculo cercano, además de los dos mencionados, otro síntoma de alerta sería la insistencia en la presencia de la persona fallecida pese a haber transcurrido un largo periodo de tiempo.

Me parece importante mencionar que, en el caso de los niños, los síntomas de alerta normalmente son otros: aislamiento social, problemas de conducta, timidez o disminución en el rendimiento académico.

¿Qué terapia consideras más efectiva a la hora de enfrentar un proceso de duelo?

Una terapia en la que se profundice y se pueda encontrar el origen de las dinámicas que están promoviendo la sintomatología. Esto es, no solo centrarnos en la pérdida que ha sufrido la persona sino también en experiencias dolorosas que hayan tenido lugar en el pasado y que no hayan sido procesadas dado que, ineludiblemente, influyen en el presente.

Es fundamental ahondar en el psiquismo del paciente, analizando la manera de vincular que establece con sus principales figuras de apego e, incluso, consigo mismo. De este modo entendiendo cómo y por qué están teniendo lugar de esta forma.

Desde la psicoterapia relacional llevamos a cabo una intervención completa teniendo en cuenta estos factores.

¿Cuándo se puede considerar que una persona ha atravesado finalmente el proceso de duelo de forma óptima?

Esto ocurre, de forma progresiva, cuando la persona va reorganizando su vida y acepta, de forma consciente, la pérdida que ha vivido. Los sentimientos de impotencia, frustración y tristeza dejan de ser permanentes hasta que van desapareciendo y la persona vuelve a sentir energía, conectando con su parte emocional así como con sus preferencias y apetencias.

Esto no significa que se olvide a la persona fallecida o la situación anterior sino que se ha superado el proceso de duelo.