Para abordar la definición del término fistulectomía, intervención en fístula perianal, podríamos llevar a cabo una breve aproximación o apunte sobre el concepto de fístula anal, un pequeño túnel anormal, que se origina entre dos estructuras corporales. En este caso, desde una abertura del recto o conducto anal que finaliza en una abertura exterior cerca del ano o piel de las nalgas.
Por lo general, una fístula anal es el resultado de un abceso anal, a partir de la que se desarrolla la fístula. Sin embargo, una fístula también puede no ir asociada a un abceso y, en ese caso, deberse a otras causas, como la enfermedad de Crohn, enfermedades de transmisión sexual, la práctica del sexo anal o, por ejemplo, la diabetes, el cáncer o la tuberculosis.
Por lo tanto, será tras la realización de un diagnóstico y estudio completo de la fístula concreta cuando se determine el tratamiento más adecuado para cada paciente.
Una de las opciones que valorará el especialista después de estudiar el historial médico y la gravedad de la fístula será la fistulectomía, una técnica quirúrgica que se emplea para operar las fístulas perianales.
Aunque, por otra parte, es importante señalar que, en ocasiones, las fístulas anales sanan de forma espontánea. Cuando no es así, lógicamente, debe intervenirse, y en este punto la fistulectomía es una cirugía muy habitual.
Para resumir, diremos que la fistulectomía es la técnica convencional para su tratamiento, realizada por el cirujano general. Sin embargo, también debe tenerse presente que la misma forma parte de los muchos procedimientos que existen para tratar las fístulas anales.
Qué es fistulectomía
Una vez contextualizado el término, podemos abordar el concepto afirmando que la fistulectomía es la extirpación del trayecto de una fístula mediante un corte que permita acceder a la comunicación que se pretende cerrar.
Cada fistulectomía, como aspecto básico, tendrá un planteamiento personalizado. Por ejemplo, se puede realizar lo que se denomina un cierre diferido colocando una ligadura a través del trayecto provocado por la fístula.
Se trata de una operación que se lleva a cabo con anestesia local y su duración dependerá de cada caso. En suma, de factores como su complejidad y gravedad, oscilando entre la media hora y la hora y media.
Igualmente, dependiendo de cada caso, la operación puede incluir la colocación de injertos de piel o la reparación de los esfínteres. Las nuevas tecnologías, en este sentido, están en constante desarrollo y ofrecen novedosas soluciones, buscando una intervención menos invasiva. Una de las aportaciones más interesantes es el uso de fibrina para el sellado del trayecto fistuloso.
También hemos de conocer, junto al término de fistulectomías, el de las fistulotomías como opción menos invasiva, que requiere de menos tiempo de recuperación tras la intervención. Sin embargo, su realización exitosa o incluso su mismo planteamiento dependen en gran medida de la experiencia del cirujano. ¿Cuál elegir? No es posible una elección previa, por lo que será el coloproctólogo quien determine las técnicas más adecuadas para el paciente en cuestión.
Volviendo a la fistulectomía, antes de realizar la operación se realizará un examen que incluirá distintas pruebas, dependiendo de las indicaciones médicas. Por último, en cuanto al postoperatorio, de nuevo cabe apuntar que cada paciente puede tener una experiencia distinta, si bien la recuperación, por lo general, será de alrededor de dos semanas.
Por contra, habrá que esperar un mes y medio para que las heridas cicatricen de forma completa. Si la operación es un éxito (se trata de una operación sencilla y segura, teniendo en cuenta el riesgo que supone toda intervención), el paciente podrá volver a llevar una vida normal, recuperando su calidad de vida.
Imagen: McortNGHH en Wikimedia
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