La costumbre de morderse las uñas es habitual en niños y adultos. De hecho, suele empezar a una edad temprana y extenderse durante años, y aunque no lo parezca puede no tener solamente consecuencias estéticas. Esta rutina puede dañar la piel que recubre las uñas y además puede provocar daños en el área de crecimiento si se prolonga durante mucho tiempo.
De hecho, algunos expertos indican que puede incluso favorecer el crecimiento de bacterias que pueden provocar infecciones. Para ello, lo mejor es dejar de hacerlo y evitar convertirlo en un hábito.
Algunos consejos para ello son:
- mantenerlas cortas para evitar la tentación
- aplicar esmalte de uñas con sabor amargo
- cambiar el hábito por otro más saludable, como utilizar una pelota antiestrés
- realizarse la manicura a menudo
- o incluso dejar de hacerlo de forma gradual, para evitar el estrés asociado.
Además, conocer las causas que han llevado a este hábito también puede ser interesante de cara a cambiar los hábitos de vida y alejar las preocupaciones. Si durante el proceso se desarrolla alguna infección u otro tipo de patología, lo mejor es acudir a un especialista dermatólogo para encontrar una solución al problema e iniciar un tratamiento.
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