El papel de la alimentación cuando se padece una enfermedad suele ser importante, si no fundamental, tal y como también ocurre con la diabetes tipo 2. Es más, siempre con el debido control médico, una dieta equilibrada, adaptada a las necesidades del paciente, se considera parte del tratamiento.
No en vano, una buena dieta evita cambios demasiado altos en la glucosa en sangre, además de prevenir posibles complicaciones de esta peligrosa enfermedad. Yendo más allá, incluso puede afirmarse que comer frutas, entre otras manzanas, arándanos, uva, peras o plátanos enteros (no zumos) puede reducir el riesgo de desarrollarla, según un estudio realizado por investigadores internacionales publicado en 2013 en el British Medical Journal.
Porque, en efecto, la fruta puede consumirse, puesto que el azúcar que contiene es natural. Así pues, partamos de la premisa de que no se debe evitar la fruta, si bien hay que tener en cuenta una serie de aspectos para que resulten beneficiosas.
En definitiva, ante la habitual cuestión de tengo diabetes que frutas puedo comer, la respuesta no es sencilla, por lo que se deben tener en cuenta una serie de pautas generales. Teniendo en consideración la importancia de un control médico de la dieta por parte del endocrino, o del nutricionista, como hemos apuntado, las frutas no tienen por qué estar prohibidas. Es más, realizado correctamente, resultan beneficiosas.
Entrando en la cuestión de cuáles tomar, sigamos la norma de considerar que la fibra como una aliada de la salud, por lo que también lo será la presente en la fruta de cara a controlar el nivel de azúcar en la sangre. Son interesantes en este sentido la naranja, el kiwi o el aguacate, entre otras frutas.
Otra manera de asociar la fibra a la fruta es consumirla con alimentos con fibra, como ensaladas o cereales enteros, con lo que prevendremos el aumento rápido de la glucemia.
Siempre dentro de las cantidades recomendadas, el diabético no tiene por qué renunciar a ninguna fruta, buscando una dieta variada, incluyendo la variedad de frutas, y el consumo comedido.
Una orientación interesante consiste en observar el índice glucémico de las frutas, eligiendo las que lo tengan menor, puesto que a mayor nivel más se elevará el azúcar en la sangre.
Ante la pregunta que plantea la frecuente cuestión de ante la diabetes, qué frutas comer, cabría hacer algunas puntualizaciones. Entre otras, estableceríamos una diferencia entre fruta entera, recomendable siempre de forma comedida, y zumo, decantándonos por la primera opción, pues el zumo podría resultar perjudicial. Una recomendación, volvemos a apuntar, que requiere de la confirmación por parte del especialista que trate cada caso.
Igualmente, es preferible tomarlas en lata, deshidratadas o congeladas, en caso de no ser frescas, pero siempre sin azúcares añadidos. En cuanto detectemos entre los ingredientes la adición de azúcares de cualquier tipo, mejor elijamos otra opción más saludable.
No excederse es importante. De forma orientativa, no conviene superar las dos o cuatro piezas diarias. La cantidad aconsejada dependerá de la fruta, de su tamaño para evitar que ese pretendido efecto positivo acabe resultando en todo lo contrario. Cuando se trata de frutas pequeñas, como moras, fresas, albaricoques o cerezas, pongamos por caso, la moderación es la norma.
En cuanto a la porción aconsejadas de frutas medianas, como plátanos o manzanas será una sola pieza en cada ocasión, sumando diariamente varias frutas. Por su parte, cuando la fruta es grande, como la sandía, la piña o el melón, una rodaja mediana sería una adecuada porción.
También es importante tener en cuenta el momento en el que se consumen y el hecho de que formen parte de una dieta adecuada. Se aconseja, por ejemplo, comer frutas al final de la comida para así minimizar la acumulación de azúcar en la sangre. Es decir, tomarla como postre.