Definamos brevemente qué es la fisura anal antes de abordar sus posibles tratamientos. Con el término de fisura anal nos referimos al pequeño desgarro que ocasiona una grieta o lesión, producida en la mucosa que recubre el ano por distintas causas, como los estreñimientos repetidos, las heces duras, diarrea o la enfermedad inflamatoria intestinal crónica, que incluye la colitis ulcerosa y la enfermedad de Chron, así como por la realización del sexo anal.
Las fisuras anales suelen ser dolorosas y provocar sangrado, así como espasmos en el esfínter anal, es decir, en el anillo de músculo que se encuentra en extremo del ano. Aunque se produce con frecuencia en los adultos, a menudo las sufren los bebés, normalmente desde los 6 meses hasta los 2 años.
Ante la pregunta de cómo curar una fisura en el ano, de forma general, puede afirmarse que la mayoría de las fisuras anales mejoran con tratamientos sencillos, como incrementar el aporte de fibra en la dieta alimenticia y/o la realización de baños de asiento. Sin embargo, algunos pacientes precisan tratamiento farmacológico e incluso cirugía.
En la mayoría de los casos, pueden resolverse sin intervenir quirúrgicamente. Sin embargo, el hecho de que muchos casos se puedan tratar fácilmente no debe llevarnos al autodiagnóstico. Muy al contrario, se aconseja consultar con el médico si se sospecha tenerlas. Entre otros posibles síntomas, si se siente dolor durante el movimiento intestinal o se observa sangre en las heces o el papel higiénico.
Serán los especialistas del aparato digestivo quienes realizarán el diagnóstico. Para ello, valorarán si se trata de hemorroides, pues en muchas ocasiones se confunde con éstas, mediante una exploración anal.
Sobre las hemorroides es importante aclarar que puede crecer una hemorroide centinela en el canal anal cuando se padece de fisuras anales. Por esta razón, de no realizarse un diagnóstico correcto, se diagnosticaría un problema de hemorroides cuando ésta sería una reacción a una lesión anal.
Lo más frecuente es que esa hemorroides acompañe a una fisura anal crónica. Los especialistas en el aparato digestivo la sabrán identificar como tal, pero teniendo en cuenta que no es sino un síntoma de que el paciente padece una fisura anal.
Sea como fuere, tras el diagnóstico de la fisura anal, se decidirá qué tratamiento es el más adecuado en función de distintos factores, como que estemos ante una forma aguda o crónica.
Esta distinción es clave de cara al pronóstico y tipo de tratamiento, así como al mayor o menor éxito del mismo. De ser fisura anal aguda, el tratamiento podría ser u na combinación de fármacos (analgésicos, laxantes o pomadas) y baños de asiento para relajar el esfínter.
Si se diagnostica una fisura anal crónica, cuando el tratamiento farmacológico fracasa se puede recurrir a la cirugía. En estos casos, se realiza una esfinterotomía lateral interna que consiste en seccionar el esfínter anal interno con el fin de hacer desaparecer el dolor.
Es una intervención que acaba con la hipertonía de las fibras del músculo del esfinter anal interno, con lo que también desaparece el dolor. De este modo, el postoperatorio es muy importante, ya que es durante los primeros días cuando se debe cicatrizar la fisura. De lo contrario, ésta podría volver a reproducirse.
Por último, no olvidemos que es posible prevenir o mejorar el estado de las fisuras anales con una dieta y estilo de vida saludables, siempre aconsejados por especialistas médicos a cada paciente. Por ejemplo, comiendo más fibra si fuese necesario y bebiendo la suficiente cantidad de agua o combatiendo la vida sedentaria con ejercicio moderado para así evitar el estreñimiento o la diarreas, evitando la tensión durante la evacuación intestinal y, por otro lado, mejorando la salud general.
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