El Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) es la enfermedad endocrina más común entre las mujeres en edad reproductiva. En porcentajes, su prevalencia ronda el diez por ciento, pero antes de abordar sus consecuencias veamos cuáles pueden ser sus causas, otro aspecto importante de los ovarios poliquisticos.
Más que hablar de causas, habría que hablar de desconocimiento al respecto. En concreto, es importante señalar que esta endocrinopatía, que implica un desequilibrio hormonal y problemas metabólicos que afectan a la salud de distintas formas, tiene un importante componente genético, pero la causa exacta de su desarrollo se desconoce.
Sin embargo, sí podemos citar distintas condiciones de salud que influyen en su aparición, en ocasiones de forma decisiva, como la diabetes tipo 2, alteraciones hepáticas, las enfermedades cardiovasculares o cánceres, especialmente el de mama, endometrio y ovario. Se trata, por lo tanto, de una patología multifactorial, del mismo modo que puede afirmarse que sus consecuencias también afectan al organismo de formas muy distintas.
Las consecuencias para la salud de esta compleja condición ginecológica, difícil de prevenir, son numerosas. Entre ellas, alrededor del 40 por ciento de los casos de infertilidad se deben al SOP, pues éste ocasiona problemas en la ovulación, y puede sumarse a otros factores.
Si como consecuencias entendemos manifestaciones visibles, hemos de apuntar que suele aparecer hirsutismo y/o acné. Estos son, junto con los problemas de fertilidad, los que suelen motivar a las mujeres a acudir a la consulta.
La obesidad, la arteriosclerosis prematura, el aumento de los triglicéridos, la diabetes mellitus tipo 2 y el hiperandrogenismo son algunas de las señales que pueden advertir desde un primer momento sobre su posible padecimento.
Sin embargo, siempre hay unas señales de alerta que permiten al médico de cabecera, ginecólogo u otros especialistas, como el dermatólogo, identificar el síndrome a partir de los síntomas que manifiesta la paciente. A la hora de establecer un diagnóstico, lógicamente, se realizarán las pruebas necesarias.
En cuanto a sus condiciones tardías, puesto que se trata de un síndrome a largo plazo, caben señalar la infertilidad o la discapacidad para tolerar la glucosa y, por lo tanto, ser más proclive a padecer diabetes.
Asimismo, se produce un aumento de riesgo cardiovascular, además de un aumento de la tensión. En este punto, es clave señalar que los niveles plasmáticos de insulina están relacionados con estos problemas de salud, que pueden agravarse cuando se sufren otras patologías.
A largo plazo, también puede asociarse con el cáncer de endometrio. Básicamente, como resultado de una anaovulación (no se ovula) prolongada, identificado como un mecanismo que genera de forma constante estrógenos, por lo que aumentan las probabilidades de padecer carcinoma endometrial. De igual manera, existen estudios que lo relacionan con el cáncer de ovarios y de mama.
Por último, aunque se ha avanzado mucho en el conocimiento de este síndrome, por otro lado, se trata de un área médica que todavía precisa de nuevas investigaciones para avanzar tanto en las causas como en las consecuencias de este síndrome tan complejo. Aun así, hoy ya sabemos que cuidar la alimentación y, en fin, llevar un estilo de vida saludable, entre otros factores que ayudan a controlarlo, a menudo es una manera efectiva de mantenerlo a raya.
Los avances serán de gran ayuda, qué duda cabe, para prevenir y tratarlo de mejor manera con el fin de mejorar no solo la salud ginecológica de la mujer, sino de todo el organismo del paciente. Idealmente, durante toda su vida, puesto que no solo afecta a mujeres en edad fértil.
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