Aliviar la incomodidad y dolor que pueden causar las hemorroides de forma cotidiana o cuando sobreviene una crisis es uno de los principales objetivos clínicos en su tratamiento.
No en vano, los síntomas más comunes de esta patología son, junto a la irritación, picor y sangrado, el lógico malestar y dolor, cuya intensidad dependerá del grado en el que se sufra. Básicamente, según influyan distintos factores, como su tamaño, ubicación o, por ejemplo, el tiempo que lleve prolapsada, es decir, emergiendo por el orificio anal.
Así pues, se trata de una cuestión compleja, ya que la sintomatología varía de forma importante, que debe ser diagnosticada de forma adecuada por el gastroenterólogo, el proctólogo o, en su caso, el cirujano. En este artículo veremos cómo tratar el dolor de hemorroides para aliviarlas, y cuándo se trata de una urgencia, provocando un dolor persistente al trombosarse. En este caso, hablamos de un hematoma hemorroidal.
Cómo aliviar el dolor de hemorroides
En el caso previamente descrito, el tratamiento de la trombosis hemorroidal externa es la excisión con una anestesia local, para liberar la tensión del hematoma y, con ello, reducir el dolor. Por otra parte, las hemorroides internas, en caso de fallar el tratamiento médico, también pueden someterse a cirugía.
En cuanto a los fármacos que ayudan a aliviar dolor hemorroides, huelga decir que es importante no automedicarse. El especialista sabrá indicarnos, tras un diagnóstico, qué medicinas nos pueden ayudar a reducir el dolor. Existen opciones orales y tópicas: suelen ser eficaces los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), junto con cortisona tópica, así como el uso de laxantes con fibra o mucílago y los supositorios.
Al margen o de forma complementaria con los tratamientos médicos, dependiendo de cada caso, aliviar el dolor de hemorroides es posible mediante cambios en el estilo de vida y dietéticos. Aunque su eficacia puede ser limitada, en muchos casos limitan el alcance de las crisis y el dolor cotidiano. Para ello, se aconseja no permanecer mucho tiempo sentado en el inodoro, evitando el estrés o esfuerzo físico que supone el estreñimiento. Igualmente, es importante evitar diarreas y, por otro lado, frotar la zona anal.
Las especias, alcohol, café y comidas ricas en grasas o indigestas también constituyen factores desencadenantes que deben intentar evitarse. De igual modo, lograr una regularidad en ir al baño resulta clave, por ejemplo, aumentando el consumo de vegetales, frutas y granos enteros, así como combatiendo el sedentarismo. Por lo tanto, se recomienda ejercicio regular.
Hemorroides: dolor insoportable
En caso de dolor insoportable y persistente el especialista valorará la posibilidad de realizar una intervención quirúrgica. Como ocurre con tantas otras condiciones médicas, la cirugía debe ser el último recurso.
Pero debe ser una decisión justificada, no tomada simplemente por sufrirse crisis frecuentes que cursan con dolor. Por un lado, hay que apuntar que la cirugía es una solución eficaz y definitiva, pero siempre que los tratamientos alternativos no hayan dado resultado.
Además de los medicamentos, existen opciones antes de decidir una cirugía, como son los tratamientos instrumentales. Se suelen aplicar cuando las hemorroides no mejoran con tratamientos farmacológicos, y no requieren anestesia ni hospitalización.
Además, son indoloros y se llevan a cabo de forma ambulatoria. Entre ellos, podemos citar como más conocidos la ligadura con banda elástica alrededor de su base para cortar la circulación de forma mecánica o, por ejemplo, la escleroterapia, que lo hace mediante una inyección en su base de una sustancia esclerosante. Asimismo, puede aplicarse la fotocoagulación con infrarrojos, que coagula los vasos sanguíneos que irrigan la hemorroide.
Al margen del dolor, por último, no olvidemos que se debe consultar con el médico desde que se observa un sangrado anal o, sencillamente, si se sospecha que se tienen hemorroides, para así confirmar el diagnóstico y eliminar otras posibles causas.
Imagen: Rαge en Wikimedia
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