El sangrado, como es bien sabido, es uno de los síntomas de las hemorroides. Sin embargo, no siempre ese sangrado es hemorroidal, y el paciente por sí mismo difícilmente puede saber distinguirlo.
En primer lugar, qué duda cabe, un diagnóstico de hemorroides es un elemento a tener en cuenta a la hora de explicar un sangrado, si bien existen otras enfermedades, benignas y malignas, que pueden cursar con hemorroides. Aun así, es importante saber cómo es el sangrado por hemorroides para así tener más elementos de juicio a la hora de consultar con el especialista.
En este aspecto, conviene tener en cuenta, de forma general, que el sangrado rectal puede tener variadas características y, por lo tanto, también diferentes significados. Será en función de los signos y síntomas asociados, así como del resultado de las pruebas realizadas como podremos confirmar un diagnóstico.
Por lo tanto, aunque sangrar por hemorroides es relativamente habitual, es importante no confundir esta hemorragia con los síntomas de otras enfermedades, por lo que hay que descartar posibles problemas de salud al margen acudiendo al médico.
Como hemos apuntado, además del sangrado de hemorroides, el sangrado anal puede tener distintos orígenes. Entre otros, la colitis o inflamación del colon, los pólipos o los cánceres colorrectales.
Por ejemplo, cuando el sangrado es rojo brillante y no provoca dolor, apareciendo con las heces o tras defecar, pueden ocasionarlo las hemorroides internas o la inflamación de la mucosa rectal por colitis ulcerativa, así como una lesión vascular en colon y recto o un tumor maligno.
Si tiene las características apuntadas anteriormente y además resulta doloroso puede provocarlo, además, una fisura anal o una inflamación de la mucosa rectal severa con inflamación de la mucosa del recto anal.
Si el sangrado es de color rojo oscuro y presenta coágulos puede deberse a úlceras gástricas o duodenales, a una gastritis o duodenitis erosiva o, entre otras posibilidades, a lesiones vasculares gastroduodenales, así como a divertículos, a una lesión tumoral del intestino delgado o a un pólipo o tumor maligno.
Es decir, aun pudiéndose asociar los distintos tipos de sangrado con unas u otras enfermedades, incluyendo las hemorroides, no dejan de incluir un amplio abanico de posibilidades.
La conclusión práctica, lógicamente es acudir al especialista. Así pues, las sospechas deben confirmarse con un diagnóstico. Estando en juego la salud, y pudiendo deberse a enfermedades de distinta gravedad, es importante ponerse en manos expertas para dilucidar su causa y así poder establecer un diagnóstico y tratamiento tempranos.
Será el especialista el que determine en cada caso qué pruebas hacer. Antes, lógicamente, el especialista dará una serie de pasos. Ya sea en el caso de que el paciente estuviera siendo tratado anteriormente de hemorroides y el sangrado se presente de improviso o en el caso de padecerlas y cursar con sangrado, el especialista tendrá que indagar al respecto partiendo de una sospecha diagnóstica inicial en la que tendrá en cuenta distintos factores.
Entre las actuaciones del profesional, se incluye la revisión de la historia clínica, además de realizar una exploración física y observar las características de la sangre.
Además, se pueden llevar a cabo estudios de laboratorio y pruebas de endoscopía. Asimismo, el proctólogo realizará una rectoscopia o colonoscopia de considerarse oportuno. El objetivo, en todos los casos, será definir el diagnóstico y el tratamiento, ya sea en referencia a las mismas hemorroides como en relación a otra enfermedad o a ambas. Sea como fuere, lo importante, a fin de cuentas es que el sangrado puede advertir de un problema más serio que requiera de atención médica cuanto antes.
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