La cirugía urológica incluye las técnicas quirúrgicas para tratar las enfermedades del aparato urinario del hombre y la mujer, así como del aparato genital en el hombre. Los urólogos tienen una visión médica y quirúrgica de las enfermedades relacionadas con esta especialidad, que orienta los tratamientos desde un enfoque farmacológico y quirúrgico, incluyendo intervenciones que se reservan a la cirugía abierta cuando no es posible el uso de nuevas técnicas menos invasivas.
La especialidad de cirugía urológica, en efecto, está avanzando de forma inédita en los últimos años gracias a avances en áreas relacionadas con la telemedicina, nanotecnología o la robótica, cuya irrupción está ofreciendo más y mejores soluciones.
Asimismo, cabe afirmar que la urología ha experimentado un gran desarrollo durante el siglo pasado, hasta el punto de que otras especialidades se han beneficiado de los avances tecnológicos logrados en este campo.
Al margen de una posible necesidad de abordar el problema de forma multidisciplinar, actualmente, la urología es una especialidad que aborda las dolencias de su área desde un punto de vista integral, médico y quirúrgico. Siempre con el fin de ofrecer las mejores respuestas para sus pacientes, optando entre las opciones médicas y quirúrgicas.
Sin embargo, la urología es a la vez una especialidad quirúrgica, que abarca el área médica, ya que el urólogo también trata a pacientes que no han de recurrir a las intervenciones. Aun asumiendo un doble rol, el urólogo es, ante todo, un cirujano, pues hoy su actividad se relaciona sobre todo con los cánceres urológicos.
La evolución continua de la especialidad ha simplificado de forma significativa los tratamientos de las enfermedades urológicas, sobre todo teniendo en cuenta los avances farmacológicos, así como el desarrollo de la endoscopia, la laparoscopia y la cirugía robótica.
Por lo tanto, los tipos de cirugía urológica han dejado atrás algunas técnicas quirúrgicas tradicionales, si bien otras siguen teniendo plena vigencia. En el caso de la cirugía abierta, todavía realizada en casos como la prostatectomía radical, la nefrectomía parcial o radical o, por ejemplo, la adenomectomia prostática.
Si es posible se emplean otros métodos mínimamente invasivos, como la cirugía laparoscópica, la cirugía endoscópica, percutánea o la litrotricia extracorpórea.
La cirugía laparoscópica se realiza mediante la colocación de puertos de acceso al abdomen, ingresando una cámara y pinzas para realizar la cirugía de forma poco invasiva. Entre otras intervenciones habituales, mencionaremos la cirugía del uréter, la prostatectomía radical o la nefrectomía radical y parcial.
La cirugía endoscópica, por su parte, requiere ingresar en un órgano a través de un orificio natural, con el fin de llevar a cabo cirugías como la resección transuretral (RTU) del adenoma prostático o de pólipos vesicales, la litrotricia ureteral endoscópica para tratar cálculos en el uréter o, si se interviene por cálculos en la vejiga, la litotricia vesical endoscópica.
La cirugía percutánea, sin embargo, exige realizar la operación dentro de un órgano llegando a él a través de un orificio creado de forma artificial. Es un procedimiento utilizado para extraer cálculos renales de tamaño grande, que no pueden abordarse con la tecnología que vamos a ver a continuación.
La litotricia extracorpórea, nombre que recibe la tecnología aludida, consiste en la aplicación de ondas acústicas sobre los cálculos en el riñón de forma externa. En concreto, localizada la litiasis gracias a una ecografía, se efectúa el procedimiento desde el exterior del cuerpo. Será un éxito si los fragmentos se deshacen luego de forma espontánea, si bien esta circunstancia puede ocasionar cólicos.
Por último, la cirugía urológica por láser también es una técnica no invasiva que ayuda a tratar problemas urinarios y de próstata, estando en desarrollo en otros ámbitos, como los tumores o también para su uso en la cirugía laparoscópica.
Cirugía urológica: diez años de éxitos con el robot da Vinci
La Fundació Puigvert fue el primer hospital de España en contar con el robot da Vinci para realizar intervenciones quirúrgicas de enfermedades urológicas. Desde entonces ha transcurrido una década y durante estos años esta tecnología se ha consolidaddo como uno de los mejores sistemas tecnológicos en el área de la urología.
Su introducción ha supuesto una revolución en el campo de la urología, ya que "este robot ofrece ventajas tanto de cara a la ejecución de la cirugía como para el paciente". Entre otras, permitir trabajar en tres dimensiones y 10 aumentos o contar con cuatro brazos y hacer desaparecer el temblor de la mano del cirujano, apunta el jefe de la unidad de Urología Oncológica de la Fundaciò Puigvert, Joan Palou.
Además de operaciones de cáncer de próstata, también se emplea en otras patologías urológicas como la estenosis pieloureteral, la cistoprostectomía radical o las linfadenectomías.
En otros hospitales europeos también se utiliza en cirugías vasculares, cardíacas y ginecológicas. Por último, Palou señala que los robots han mejorado su diseño desde que llegó el primero al centro, en 2005. En concreto, destaca el avance que ha supuesto la introducción del cuarto brazo, así como un diseño más estilizado de los mismos.
EfeSalud