Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en todo el mundo. Según la OMS, sin embargo, muchas de estas muertes pueden evitarse si se interviene a nivel poblacional y también individual.
En este post vamos a ver cuáles son los principales factores de riesgo vascular, claves para la prevención de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, como es bien sabido, padecer un evento de este tipo no siempre es predecible, si bien la predicción del riesgo ayuda a hacerlo, así como a su prevención.
Se llaman factores de riesgo vascular a aquellos factores que los expertos han identificado como favorecedores del desarrollo de una enfermedad cardiovascular.
Aunque se trata de una lista abierta, puesto que la ciencia puede hacer aportaciones en cualquier momento, existen dos grandes grupos que son tenidos en cuenta para determinar el mayor o menor riesgo que tiene una persona de padecer un evento cardiovascular.
A partir de los exámenes realizados a cada paciente, se establecerá un nivel bajo, medio o alto de sufrir enfermedades cardiovasculares, llevando a uno u otro tipo de medidas preventivas.
Igualmente, se consideran pacientes de alto riesgo cardiovascular aquellos que tienen antecedentes personales de este tipo de patología, por ejemplo, una angina de pecho, un infarto, un accidente cerebrovascular...
En cuanto a los principales factores de riesgo vascular, éstos pueden dividirse en modificables y no modificables.
Entre los factores de riesgo no modificables, encontramos la edad, el sexo y la herencia
Los factores de riesgo modificables se asocian a estilos de vida no saludables, entre los que podemos citar el tabaquismo, la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes o la insuficiencia renal.
También influye el sedentarismo, la obesidad y el síndrome metabólico, éste relacionado tanto a las complicaciones cardiovasculares y a la aparición de la diabetes. A su vez, el síndrome metabólico se define por la presencia de distintos elementos, como la obesidad abdominal, el colesterol o los triglicéridos.
Al margen de las mayores o menores similitudes que pueda haber entre las intervenciones médicas a nivel poblacional e individual, centrándonos en casa paciente, la prevención de los problemas de salud cardiovasculares está relacionada con los controles médicos que realizan los médicos de familia y los cardiólogos.
Salvo que el caso lo recomiende, se comienzan a realizar en la edad adulta, sin olvidar que la detección precoz y el tratamiento temprano son fundamentales. No en vano, la mayoría de las enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse actuando sobre algunos de sus factores de riesgo comportamentales. Así pues, aquellas personas que, teniendo en cuenta todos los factores o alguno de ellos, como diabetes o hipertensión, presentan un riesgo cardiovascular medio a elevado exigirán una intervención que tenga en cuenta todos los riesgos.
De nuevo es importante dejar apuntada la necesidad de realizar estudios que tengan en cuenta todos los riesgos, buscándose la mayor personalización. En muchas ocasiones, se precisa un enfoque multidisciplinar, puesto que solo así se logra la tan necesaria visión integral con el fin de reducir o, idealmente, evitar los episodios cardiovasculares.
De acuerdo con la OMS, abordar este problema de salud pública con éxito es posible incluso en entornos con menos recursos. De hecho, la organización considera que es posible llevar a cabo una política preventiva viable a través de los servicios de atención primaria, contando con la participación incluso de trabajadores sanitarios de distinto tipo, sin necesidad de que sean médicos.
Sin embargo, como es obvio, los especialistas que deben llevar a cabo las pruebas y establecer diagnóstico y tratamiento son médicos, concretamente cardiólogos. Al margen, como hemos apuntado, de que se lleve a cabo un tratamiento multidisciplinar en casos concretos o de que el seguimiento de determinados tratamientos o indicadores puedan realizarlos médicos de cabecera u otros trabajadores sanitarios.
Básicamente, las medidas de prevención cardiovascular están relacionadas con cambios en el estilo de vida. En suma, se trata de animar a la población a practicar hábitos más activos y saludables, siempre a partir de un primer control médico preventivo, que se suele realizar a partir de la edad adulta o cuando lo aconsejen las circunstancias.
Además de la posibilidad de recetarse fármacos, se recomienda cambiar los hábitos poco saludables. Entre ellos, hay que realizar actividad física regular, huyendo del sedentarismo en la medida de lo posible, así como hacer cambios en la dieta para convertirla en una nutrición cardiosaludable.
El control del peso y dejar el tabaco, evitando también el tabaquismo pasivo, son otros factores que contribuyen a reducir el riesgo cardiovascular. Sobre todo, se trata de adoptar estas medidas recomendadas a largo plazo y, de existir tratamiento farmacológico, de combinarlo también, al margen de que los factores no modificables actúen en nuestra contra. No sucumbir al desánimo, por lo tanto, es muy importante.
Los hijos de padres más longevos tienen menos factores de riesgo vascular
Los hijos cuyos padres han tenido una mayor esperanza de vida tienen menos riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, según un estudio realizado por investigadores del Reino Unido y publicado en el 'Journal of the American College of Cardiology'.
Los científicos analizaron a 186.151 personas de entre 55-73 años cuyos progenitores ya habían fallecido y que habían participado en el Biobanco del Reino Unido, un proyecto que saca datos de los voluntarios para utilizarlos en investigación en salud. Los datos se recogieron durante de ocho años en los ingresos hospitalarios y los registros de defunción.
El aumento de la longevidad de los padres se asoció con una mayor educación, mayores ingresos, actividad física y menos tabaquismo y obesidad, pero descubrieron que cuando los padres habían vivido más de 69 años, las causas de mortalidad en los hijos disminuyeron hasta un 17 por ciento por cada década adicional de vida de sus padres.
También se comprobó que el riesgo de muerte por cardiopatía coronaria era menor a mayor esperanza de vida de los padres; así como también era menor el riesgo de sufrir hipertensión, un accidente cerebrovascular, o anemia.
Unos datos que permitirían analizar la esperanza de vida de la población y el riesgo de esta clase de enfermedades cardiológicas teniendo en cuenta los factores genéticos.