Teniendo en cuenta que el riñón juega un papel esencial en la eliminación de desechos tóxicos y, en fin, de su función depurativa del organismo, es fácil entender que su inflamación o nefritis pueda llegar a ser una condición médica grave, que requirirá la atención de un médico especializado, en este caso de un nefrólogo.
No en vano, la inflamación de uno o dos riñones supone no filtrar adecuadamente un número importante de toxinas, en mayor o menor medida. De este modo, éstas acaban acumulándose en la sangre, alcanzando cantidades anormales.
Pero no solo eso, porque el riñón tiene otras funciones, como la regulación de la cantidad de agua y electrolitos en el organismo. Así pues, ya que la nefritis, en algunos casos, provoca una insuficiencia renal, se produce una modificación de su funcionamiento a distintos niveles.
El desequilibrio ocasionado por la insuficiencia renal ocasionada por la nefritis, en suma, puede provocar un desequilibrio en agua y sales minerales derive en complicaciones de distinta gravedad.
¿Pero, cómo podemos definir la nefritis? De forma breve y sencilla, podemos afirmar que el término "nefritis" alude a una inflamación de los riñones, tanto de uno como de ambos, y ésta puede tener distintos orígenes. Entre ellos, como principales causas señalamos desde una posible infección hasta su origen autoinmune.
Como hemos apuntado, tratar la nefritis es importante para evitar los desórdenes que pueden ocasionarse en el cuerpo. En este sentido, conocer las causas que la provocan resulta clave para hacer un buen diagnóstico que nos lleve a un eficaz tratamiento.
En cuanto a los síntomas, éste puede ser asintomático o manifestarse solo algunos de los síntomas más habituales, como sangre en la orina o proteínas, así como orina turbia, insuficiencia renal, falta de apetito, fiebre, náuseas, vómitos, problemas respiratorios, fatiga y sensación de debilidad, dolor de espalda, picor o, entre otros, cansancio.
La nefritis se clasifica en distintos tipos en función de la causa, pudiendo ocasionarla una infección del riñón, en cuyo caso estamos ante una pielonefritis. Se trata, básicamente, de una infección bacteriana que propaga una infección del tracto urinario. En un princinpio, afecta al riñón para luego ir ascendiendo a lo largo de las vías urinarias.
Una nefritis lúpica, por su parte, provoca la inflamación del riñón por una enfermedad del sistema inumne llamada lupus eritematoso sistémico. En este caso, es una nefropatía común en pacientes con esta patología que constituye una causa de mortalidad importante entre este grupo.
Las nefritis intersticiales son otro tipo de nefritis que, a su vez, puede ser aguda o crónica. En este caso, se trata de una nefritis provocada por un fármaco que provoca alergia, por una infección, por escasez de potasio en sangre o por exceso de ácido úrico. La nefritis intersticial aguda tiene un carácter temporal, pero si se perpetúa en el tiempo estamos ante una nefritis intersticial crónica.
El tratamiento de la nefritis, así las cosas, dependerá del tipo de nefritis de que se trate. Tanto a nivel farmacológico como en lo que respecta a la dieta recomendada y a hábitos de vida que ayuden a su prevención o, en su caso, a no agravarla.
Por otro lado, hay que considerar situaciones especialmente delicadas, como ocurre cuando se padece nefritis en el embarazo. Lógicamente, a la hora de tratarla no será lo mismo sufrir una enfermedad renal leve que una nefritis severa, al tiempo que influirá el tipo de la misma y el cuadro clínico de cada paciente.
Por otra parte, en caso de sufrirse una nefritis u otra enfermedad renal que revista una cierta gravedad, el nefrólogo recomienda posponer el embarazo a parejas que están buscándolo. En algunos casos, de no poderse curar de forma completa, al menos se espera a poder controlar la patología.
En todo caso, es importante contar con el consejo médico. Sobre todo, considerando que existen algunos factores de riesgo que pueden poner en peligro el mismo embarazo o incluso la vida de la paciente, como por ejemplo la hipertensión, los abortos espontáneos o la preemclampsia.
La nefritis en niños también es otro capítulo aparte. Algunos problemas renales se deben a un desarrollo no adecuado, afectando a su funcionamiento, en algunas ocasiones por causas genéticas.
Determinados problemas renales se diagnostican incluso antes del nacimiento. En el caso de la nefritis infantil, serán los niveles altos de proteína y sangre en la orina dos de sus principales síntomas.
A su vez, ésta puede ser causada por una enfermedad autoinmune o por una infección, así como por una razón que se desconozca. A diferencia de los adultos, en los niños, las nefritis agudas se curan prácticamente en todos los casos, con una curación que ronda el 95 por ciento de los casos, en los adultos. Sin embargo, en los adultos, únicamente se cura la mitad de los pacientes, mientras el restante acaba padeciéndola de forma crónica.
Por último, la prevención no siempre es posible, pero un buen estilo de vida ayuda a prevenir su incidencia. Una cuestión importante de cara a una mejor salud pública, habida cuenta de que se trata de una enfermedad muy común.
En concreto, se recomienda desarrollar buenos hábitos, como llevar una vida activa, dejando el sendentarismo a un lado, acompañando el ejercicio con una dieta saludable y una especial atención a la higiene. Dependiendo del perfil de cada paciente, el nefrólogo dará recomendaciones específicas.
Expertos de la Unidad de Gestión Clínica de Reumatología del Hospital Universitario de Valme de Sevilla acaban de desarrollar una investigación que se orienta a evaluar la eficacia de una nueva terapia dirigida a pacientes afectados de nefritis lúpica y que no responden a los tratamientos convencionales para la enfermedad.
Tal como han explicado estos profesionales, la nefritis lúpica es una manifestación multiorgánica que puede presentar el lupus Eritematoso. De hecho, la del riñón es la afección más frecuente de esta enfermedad reumatológica, ya que se presenta en más de un 50% de los pacientes y un 30% de ellos acaba desarrollando nefritis grave.
La nefritis es un daño inflamatorio que se produce en el riñón y que ocasiona la pérdida de su función, una de las patologías tratadas por los nefrólogos. Esto, además, puede derivar en la presencia de sangre en la orina, también llamada hematuria o de proteína en la orina, conocida como proteinuria. Incluso puede derivar en la alteración de la función renal o insuficiencia.
El tratamiento convencional se basa en corticoesteroides e inmunodepresores, pero en ocasiones los pacientes no reaccionan correctamente, por eso estos investigadores proponen usar un anticuerpo monoclonal para mejorar su estado y conseguir un aumento de la calidad de vida de estos pacientes.
Los remedios naturales pueden ayudarnos a aliviar una inflamación de riñón o nefritis. Aunque su aparición puede deberse a distintos motivos, como la presencia de toxinas, ácido úrico o enfermedades asociadas, cuidando nuestros hábitos de vida y alimentación podemos prevenirlos o tratarlos de forma efectiva.
Ya sea para su prevención como complementando la administración de antibióticos, el tratamiento más habitual, pueden ayudarnos de forma importante.
La infusión de ortigas, por ejemplo, nos servirá para depurar el organismo, al tiempo que actúa como protector renal. Su consumo diario prevendrá la acumulación de toxincas en los riñones.
Si buscamos un efecto antiinflamatorio natural, una sola infusión de jengibre ya nos servirá de alivio, mientras la infusión de perejil sumará a este mismo efecto su eficacia depurativa.
Los zumos naturales son otra gran opción para mantener nuestros riñones saludables o complementar tratamientos médicos para acelerar su mejoría. Entre otros, serán efectivos el zumo de zanahoria, el jugo de arándanos o de uvas rojas, al tiempo que podemos consumirlos enteros. Por último, el ejercicio moderado al aire libre servirá para revitalizarnos y mejorar la recuperación.