Los síntomas de la uveítis pueden ser tan aparentemente inofensivos como unos ojos rojos o infecciones oculares recurrentes. Detrás, sin embargo, puede esconderse una uveítis, un problema de salud que afecta de forma variable a distintas partes del ojo que son vitales para conservar nuestra salud, como la córnea o la retina.
En este artículo vamos a dar un breve repaso sobre esta condición médica desde un punto de vista práctico. Tras definirla de forma sencilla, repasaremos sus causas y síntomas principales, así como sus tipos y posibles tratamientos.
Como su propio nombre indica, la uveítis se caracteriza por la inflamación de la úvea o tracto uveal, la túnica o tela que se encuentra situada bajo la membrana esclerótica.
El término engloba distintas formas de inflamación intraocular que afectan a la úvea en sí y a distintas estructuras adyacentes, como el iris, el cuerpo ciliar y coroides.
En función del tipo de uveítis se tendrán unos u otros síntomas específicos, si bien en general deterioran la visión, llegando a producir pérdida de la misma de forma parcial. En casos graves, la uveítis puede llevar a la ceguera.
Entre otras causas, dependerá del área afectada, así como de la localización de la cicatriz. A su vez, produce dolor en los ojos y enrojecimiento, así como visión borrosa, pero no siempre resulta doloroso.
Otros síntomas que varían son el grado de la disminución de la visión, la aparición de manchas flotantes, sensibilidad a la luz. Por ejemplo, si afecta a la mácula, en la parte central de la retina, se producirá una pérdida de visión central. Igualmente, los síntomas dependerán de posibles complicaciones, como ocurre cuando se producen hemorragias.
Por lo tanto, los síntomas son muy variados, y no siempre se observan, pero no cabe duda de que un simple ojo rojo puede esconder este serio problema de salud. Sobre todo, hemos de alertarnos cuando el ojo rojo no dejar de estarlo pasados unos días o en caso de sufrir infecciones oculares con frecuencia.
Las causas suelen ser desconocidas, aunque en algunos casos se asocian a distintas infecciones o enfermedades, como el virus herpes zóster, las paperas, el herpes simple, una lesión en el ojo, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Crohn o distintas patología autoinmunes.
Por otra parte, se sabe que los fumadores tienen más riesgo de desarrollar uveítis, y también es importante conocer que los hongos o parásitos pueden estar asociados a ésta.
Podemos encontrar muchas clasificaciones para la uveítis, ya se emplee un enfoque anatómico, clínico, etiológico o patológico, fundamentalmente, si bien el primero de ellos es el más conocido.
Dentro de la perspectiva anatómica, existen varios tipos de uveítis según las partes del ojo donde se producen.
Desde este enfoque, se suele mencionar la uveítis anterior y posterior, además de una uveítis intermedia, para finalmente llegar a una uveítis total o panuveítis, en cuyo caso se ve afectada la úvea al completo. Es decir, tanto los segmentos anteriores como posteriores, ocasionando una inflamación de todas las estructuras uveales del ojo.
La uveítis anterior es la más frecuente, constituyendo la gran mayoría de las uveítis. Al ser el tipo más común, conviene tener presente que se suele presentar de forma súbita y puede durar varias semanas.
También llamada iridociclitis o iridite, se produce en la cámara anterior y afecta al iris del ojo, a la córnea y al cuerpo ciliar, mientras la uveítis posterior se produce en el vítreo posterior y la retina. Su desarrollo es lento y, una vez manifestada, la uveítis puede durar muchos años.
En cuanto a la uveítis intermedia, se trata de una enfermedad que puede mejorar o empeorar de forma cíclica durante un periodo muy variable, que puede oscilar entre un par de semanas o incluso años.
Por otra parte, podemos considerar que la uveítis es persistente si dura más de tres meses o también si se producen recaídas dentro de este periodo. Entonces estaríamos ante una uveítis crónica.
Aunque la uveítis se suele clasificar en cuatro tipos: anterior, intermedia, posterior y panuveítis, las mencionadas son los tipos principales.
La identificación de la causa es un elemento clave del diagnóstico, que ayudará al oftalmólogo a saber cómo se cura una uveítis concreta. Sin embargo, en muchos casos no es posible encontrar una patología o problema de salud asociado.
Sea como fuere, es esencial su tratamiento, puesto que de otro modo la uveítis puede agravarse y conducir al desarrollo de otras patologías oculares, como las cataratas, desprendimiento de retina o, entre otras, el glaucoma.
Tras la realización de distintas pruebas, el oftalmólogo recetará fármacos de distinto tipo para reducir la inflamación y el dolor, así como posibles causas, como una infección. Entre otros medicamentos, gotas, inyecciones, medicamentos orales o cirugía.
El tratamiento natural de la uveítis también es posible, pero debido a la seria condición de esta enfermedad debe buscarse un especialista en medicina natural que realmente nos ofrezca garantías de su profesionalidad. En ningún caso deben aplicarse remedios caseros, pues pueden empeorar la uveítis. Entre otras terapias no convencionales, encontramos la homeopatía, la acupuntura y la medicina natural.
Imagen: Doc James en Wikimedia