La fiebre es una reacción de nuestro cuerpo ante alguna enfermedad, produciéndose un aumento de la temperatura corporal superando lo que se considera normal. El aumento de temperatura puede producirse por muchos motivos, y no siempre a causa de un problema grave. Existen diversos factores que tienen influencia en la temperatura corporal, sin que esto signifique que estamos pasando por algún tipo de enfermedad. Por ejemplo: Una emoción fuerte, la temperatura ambiental, el ejercicio físico, el ciclo menstrual...
La temperatura normal es distinta en cada persona y depende de la situación en la que se encuentre. Sin embargo el promedio considerado como va entre los 36,5ºC y 37,5ºC.
La edad también puede afectar a la temperatura corporal, así como las actividades que lleve a cabo cada persona, incluso el momento del día. Al comienzo de la noche la temperatura de nuestro cuerpo aumenta, y entre la medianoche y las primeras horas de la mañana.
Según la Asociación Española de Pediatría se considera fiebre en un niño cuando la temperatura rectal (realizando la medición en el ano) es superior a 38°C o superior a 37, 8°C si se ha tomado en la boca o en la axila.
En los bebés es más precisa si se toma la temperatura por vía rectal. Se considera:
Para considerar que un adulto tiene fiebre, su temperatura corporal debe estar por encima de 37,5 °C cuando se mide con el termómetro en la boca o superior a 38 °C cuando se mide con un termómetro axilar.
Para tomar la temperatura debemos utilizar un termómetro adecuado en las axilas, en los oídos, en el ano o en la boca debajo la lengua.
Actualmente existen termómetros que son capaces de medir la temperatura corporal colocándolos directamente sobre la frente.
Es posible que la temperatura varíe en unas décimas, dependiendo de la zona del cuerpo donde se haya tomado. En el momento de realizar un diagnostico de la causa de la fiebre, esta pequeña variación no es significativa.
Etiquetado en: Médico de familia