La terapia corporal de tipo cráneo-sacral es una técnica manual que busca mejorar la salud de personas de todas las edades, tanto en bebés, niños o adultos como en ancianos. Lo hace potenciando la capacidad de auto sanación del cuerpo, ayudando a recobrar la salud tratando numerosas enfermedades, dolores y disfunciones.
La debemos al osteópata William Sutherland Garner Sutherland, un osteópata estadounidense de principios del siglo pasado, cuyo punto de partida fue la entonces peregrina idea de que los huesos craneales permiten el movimiento.
Fue al descubrir y estudiar un nuevo sistema que bautizó como craneosacral cuando concluyó que su correcto funcionamiento era necesario la salud de nuestro cuerpo, razón por la que desarrolló una terapia que mejorase su movilidad.
Su propuesta fue seguida por otros osteópatas, como Rollin Becker o Franklin Sill, logrando un desarrollo científico importante. Actualmente, se considera una técnica de sanación basada en el tacto, cuya finalidad es reactivar la movilidad de la pulsación que se genera en nuestro cerebro. A partir de donde se expande a la columna vertebral y al resto del organismo.
Con la terapia craneosacral, es posible detectar y ayudar al cuerpo a liberar las tensiones que restrinjan o bloqueen esta pulsación y, gracias a ello, devolver la fuerza vital al paciente. Su liberación significa, según esta teoría, recuperar el equilibrio y, con ello, atacar la causa de numerosas patologías.
Se trata de una terapia y método de evaluación seguro y suave, que no resulta intrusivo ni invasivo. Las sesiones se realizan con el paciente tumbado en una camilla y entrando en contacto con el cuerpo del paciente, sin patrones preestablecidos, puesto que el objetivo es realizar la terapia en general y la sesión en particular a partir de cada caso.
Aun así, potenciando los procesos curativos del mismo cuerpo se persigue restablecer el equilibrio psicosomático
Los beneficios generales los hemos apuntado anteriormente. Ya que se busca la autosanación del cuerpo a través de su capacidad de autorregulación, liberar las tensiones puede significar una mejora significativa o incluso la curación de algunas enfermedades.
En función de la gravedad de las mismas serán necesarias más o menos sesiones, pudiendo ser suficientes dos o tres en los casos sencillos y, en el otro extremo, incluso llegar a precisar un trabajo continuado.
Las enfermedades sobre las que ejerce unos efectos positivos pueden ser desde la liberación de traumatismos (caídas, traumas emocionales, accidentes, etc.) hasta los dolores de espalda y articulaciones, entre otros los problemas cervicales, lumbares, fracturas, escoliosis, ciática, esguinces o bruxismo.
Igualmente, ayuda a curar la migrañas o dolores de cabeza, sinusitis, mareos o también problemas del sistema nervioso provocados por estrés, depresión o ansiedad, además de poder ayudar cuando se padece asma, dislexia, hiperactividad o parálisis facial.
En bebés y niños, por ejemplo, se recomienda para tratar la hiperactividad y distintos traumas infantiles, así como cólicos, alergias u otitis. Siempre dentro de un seguimiento multidisciplinar, en el que se establezca un correcto diagnóstico.
Asimismo, antes de realizar la primera sesión, el mismo osteópata realizará un examen físico y preguntará sobre su estilo de vida e historial clínico, haciendo especial hincapié a las lesiones y las circunstancias de su nacimiento, sus síntomas.
En definitiva, si la terapia craneosacral no está desaconsejada por cualquier motivo, sus beneficios abarcan los aspectos señalados, al tiempo que se trata de una metodología que permite su combinación con otros tipos de terapia de forma complementaria.
De este modo, el uso del masaje, la musicoterapia o, por ejemplo, la aromaterapia, pueden multiplicar sus beneficios. Encontrar la combinación idónea para cada paciente será, por lo tanto, todo un reto para el que el osteópata probablemente requerirá la ayuda de otros profesionales.
Una de las grandes ventajas de este tratamiento es la casi ausencia de contraindicaciones, razón por la que puede aplicarse incluso en recién nacidos. Salvo, lógicamente, que el criterio médico lo desaconseje.
Solo está contraindicada en algunos casos, como por ejemplo las enfermedades que ocasionan problemas de presión del fluido intracraneal. En definitiva, si bien es un método muy suave, que resulta calmante, será el fisioterapeuta y el médico el que nos oriente al respecto.
De igual manera, es fundamental ponernos en manos de profesionales, puesto que esta terapia debe ser practicada por especialistas de la salud, como médicos, fisioterapeutas, masajistas terapéuticos, quiroprácticos, psiquiatras, psicólogos o médicos naturópatas.
En cuanto a las contraindicaciones, hemos de tener en cuenta que la sesión puede incluir el uso de técnicas de manipulación adicionales para relajar los músculos del área tratada, así como de otro tipo.
Por lo tanto, valorar el conjunto de técnicas empleadas ayudará a evaluar posibles contraindicaciones. Aun así, no perdamos de vista que se trata de una terapia utilizada en pacientes que puedan ser especialmente sensibles a otro tipo de método que implique una manipulación más invasiva.
La terapia cráneosacral puede ser de gran efectividad para tratar bebés prematuros. Alrededor de cuatro mil bebés prematuros nacen al año en nuestro país, y sacarlos adelante puede tener un alto coste emocional para sus padres. Gracias a los nuevos avances, tener un bebé antes de las 37 semanas de gestación no suele suponer un riesgo, pero pueden quedar algunas secuelas, tanto a nivel físico como emocional, dependiendo siempre de la semana en la que el niño nazca.
Estas secuelas pueden ser solucionadas en cierta medida con terapias no invasivas como la cráneosacral, aplicada por fisioterapeutas especializados y cuyos resultados suelen ser muy buenos. Esta terapia se trata de un método de trabajo tanto corporal como emocional que se realiza con las manos del terapeuta, que accede al sistema cráneosacral, muy relacionado con el sistema nervioso, musculoesquelético, vascular, endocrino y respiratorio para solucionar cualquier consecuencia de este nacimiento prematuro.
Así, mediante el estímulo cuidadoso de los movimientos de los fluidos cerebrales y medulares se puede reforzar el cerebro, el sistema nervioso y la médula espinal, lo que supone un beneficio motoro para el recién nacido, que poco a poco se va desarrollando para que sus secuelas puedan dejar de ser visibles.