La rehabilitación cardíaca o cardiovascular es, como su propio nombre indica, un programa médico de recuperación que busca ayudar a personas con serios problemas cardíacos a recuperar su calidad de vida y prevenir futuros episodios.
Se trata, en suma, de mejorar el pronóstico de estos pacientes a partir de un concienzudo análisis de los distintos medios diagnósticos y terapéuticos para, finalmente, establecer una exitosa estrategia de actuación que facilite su rehabilitación e, idealmente, ayude a su prevención.
Está pensada para pacientes con un perfil muy distinto, que tienen en común padecer una patología coronaria o haber sufrido un problema de forma puntual, como un ataque al corazón (rehabilitación cardiaca postinfarto) o una angina de pecho. Entre otros posibles pacientes, se encuentran aquellos a los que se les ha realizado una angioplastia, una reparación o reemplazo de válvulas del corazón, así como un trasplante de corazón.
La rehabilitación cardíaca depende, en buena medida, de la adaptación que se realice para cada paciente tras un estudio personalizado. Será un equipo multidisciplinar, conformado por cardiólogos, entre otros especialistas, el encargado de elaborar un plan que, en definitiva, incluirá distintas actuaciones con el fin de llevar a cabo un tratamiento integral.
De hecho, las diferencias van más allá de una mera personalización, puesto que en los resultados influyen distintos factores, como el número y tipos de especialistas que participen en la elaboración de cada programa de rehabilitación cardíaca.
En la práctica, su número, especialidades, conocimientos y experiencia varían en función del tipo de centro de que se trate, razón por la que los resultados dependen en buena medida de ello, al tiempo que hay que tener en cuenta cuáles son los recursos materiales disponibles. Y, por supuesto, también será clave la implicación del paciente de cara a lograr el beneficio esperado.
Entre los especialistas incluidos en estos equipos médicos, que trabajan para su elaboración y posterior seguimiento, encontramos cardiólogos y otras especialidades que puedan aportar en cuestiones de tratamiento y prevención primaria y secundaria de las enfermedades cardiovasculares.
Igualmente, será importante la coordinación con otros especialistas de áreas distintas, en caso de pacientes con diferentes enfermedades, además de contarse con la participación de psicólogos clínicos, expertos en nutrición y dietética, así como fisioterapeutas.
Sin olvidar, por otra parte, la importancia de llevar a cabo una labor educativa con el paciente para el manejo de los factores de riesgo asociados a las patologías cardiovasculares, en general y, en concreto, a la enfermedad coronaria de que se trate.
La creación de un plan específico para cada paciente, con sus fases estipuladas en cuanto a ejercicio físico, fisioterapia, nutrición y otros aspectos afines, se complementará, por lo tanto, con una educación para una vida cardíaca sana.
Entre otros puntos claves, junto a una actitud positiva que busca un moderado optimismo en el paciente, sin dejar de estar informado sobre su situación, se trabajará la reducción del estrés. En suma, se pretende reducir los distintos factores de riesgo atacando diversos frentes.
Seguir un programa de rehabilitación cardíaca, por un lado, puede acelerar la recuperación del paciente tras el alta hospitalaria y, como hemos apuntado, también reducir la probabilidad de recaídas, a la vez que ayuda a prevenirlas.
Gracias a ello, a lo largo de su implementación, siguiendo distintas fases, se trabajará de forma estratégica para prevenir mediante la intervención para el control de diferentes condiciones médicas. Entre ellas, el control de la diabetes, la presión y colesterol altos, así como luchar contra la depresión.
Una serie de objetivos que se convierten en retos más fáciles de superar abordando factores de riesgo conocidos, como son el sobrepeso o los hábitos poco saludables relacionados con situaciones de estrés, fumar o no hacer ejercicio. Sumado todo ello, lógicamente, a una administración farmacológica que se irá adaptando a la evolución del paciente.
En realidad, la rehabilitación cardíaca no finaliza nunca, puesto que implementar diferentes cambios en el estilo de vida deben convertirse en una serie de pautas interiorizadas.
Sin olvidar, claro está, que el seguimiento del paciente debe realizarse a nivel multidisciplinar, haciendo especial hincapié en las necesidades de cada paciente. Por lo tanto, el seguimiento es imprescindible, así como una posible vuelta a algunas fases y áreas claves, en función de las circunstancias o necesidades.
Subrayemos, asimismo, que el hecho de que las personas que han sufrido un evento cardiovascular sean las que probablemente necesiten de una rehabilitación cardíaca, también sus familiares se encuentran en una situación de riesgo. Así pues, toda la familia se beneficiaría de un cambio de estilo de vida para reducir estos riesgos.
Por último, apuntemos que no solo es importante conocer las señales de aviso de un evento cardiovascular para acudir de inmediato a un hospital, sino que se deben conocer con el fin de identificar posibles síntomas. No olvidemos que muchos ataques al corazón o cerebrales empiezan de forma leve pero progresiva, constituyendo aquellas una advertencia que tanto el paciente como la familia deben conocer.
Los beneficios de la rehabilitación cardíaca
La rehabilitación cardíaca puede mejorar el estado general de los pacientes que tienen enfermedades de tipo coronario. Así lo dice un trabajo de la tesis doctoral presentada por José Manuel del Águila, de la Universidad de Extremadura, para la que ha analizado la evolución vivida por un centenar y medio de pacientes que tienen síntomas de enfermedades coronarias.
El objetivo de la investigación ha sido conocer si los que padecen una enfermedad de este tipo sufren algún tipo de mejoría si se someten a un programa de rehabilitación cardíaca, y se ha demostrado que el hecho de mejorar la capacidad aeróbica, regular la presión arterial y controlar factores antropométricos o regular las cifras de colesterol solo son algunos de los beneficios de un ejercicio físico controlado.
Para determinar su utilidad se les expuso a un programa combinado y supervisado de ejercicio, junto con educación en salud con un máximo de 30 sesiones tres veces por semana. Con los datos extraídos el autor del trabajo pudo comprobar que estos entrenamientos entrañan una mejoría significativa desde el punto de vista estadístico en la salud física de estas personas.