El término fístula, de forma general, se emplea para describir un orificio a través del cual se produce un flujo patológico que, en el caso que nos ocupa, se encuentra en la cavidad bucal.
Para entender de qué estamos hablando, es importante relacionar el término con los abscesos, ocasionados por una infección, puesto que, en muchas ocasiones, la salida de la secreción generada por éste no es otra que la fístula.
Conforme el absceso crece, el pus va atravesando los tejidos, hasta que el exceso de líquido encuentra el camino hacia el exterior a través de la fístula, a menudo a través de las encías cuando de fistula en la boca o dental se trata. Su aspecto puede variar, y estar más o menos abierto, en función de la presión que se ejerza, adoptando la forma de una ampolla o de una especie de granito blanco o amarillento.
Las fístulas pueden ser únicas o múltiples y deberse a distintas causas circunstanciales o tener origen congénito. Entre ellas, podemos citar la periodontitis, la periostitis, la inflamación de un quiste dental o una infección ocasionada tras una deficiente extracción del diente.
En cuanto a los síntomas, el paciente sentirá dolor en el área afectada, enrojecimiento en la encía, de producirse en ésta y también es posible que el diente empiece a moverse.
Pero, sobre todo, al margen de que la fístula se produce en la boca o en cualquier otra parte del cuerpo, se manifiesta por la presencia de la misma en la mucosa o piel. En algunos casos, por último, es posible que la fístula se acompañe de una disminución de la audición.
Si el paciente se observa un pequeño granito blanco en la boca o varios de ellos, que no desaparecen al paso de los días, es importante acudir al dentista. Hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, provoca mal sabor de boca y un olor desagradable (halitosis) y no siempre está abierta.
A través de ella fluye el pus, pero la fístula se refiere a la abertura en sí, y será más grande conforme más fuerte sea la presión. Por lo tanto, bien se trate de un granito (ampolla) blanquecina o amarillenta como de una pequeña abertura de la que fluya el líquido, probablemente se tratará de una fístula. Igualmente, puede cubrirse con una costra delgada y aunque resulta dolorosa, no siempre es así.
Una vez en la consulta, el diagnóstico requiere de un examen visual, así como del uso de pruebas de imagen, con el fin de determinar su causa, recorrido y complejidad. El objetivo de la aplicación de radiografías y, en general, del diagnóstico, es determinar la profundidad y el área afectada para así determinar el tratamiento más adecuado.
El tratamiento de la fístula requiere tratar la infección o causa subyacente, puesto que ésta sería la causante de la misma y, por otra parte, un problema de salud que requiere actuar al respecto.
En este sentido, evitar la infección significa también prevenir posibles fístulas. No siempre es posible hacerlo, sin embargo. Entre otros consejos prácticos, además de mantener una buena higiene oral y acudir al odontólogo a realizarse los exámenes periódicos, debe llevarse una dieta saludable, evitando el exceso de azúcar.
Los dientes desvitalizados o afectados por caries u otra afección inflamatoria pueden conducir fácilmente a la formación de una fístula dental. Por lo tanto, cuidar la salud dental, de forma indirecta significa ayudar a evitar fístulas, además de los enormes beneficios que conlleva para la salud del organismo en general.
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