Existen diferentes problemas vinculados al sueño, y es importante su conocimiento y concienciación por parte de la ciudadanía. Los trastornos del sueño afectan a un 45% de la población y tienen repercusiones en su salud y en su calidad de vida. La promoción de la prevención de los mismos es fundamental.
Los ejemplos más frecuentes de trastornos del sueño en adultos, son el insomnio, o falta de capacidad para conciliar o mantener el sueño, las pesadillas, el despertarse frecuentemente. Su origen puede ser variado, y va desde una forma de vida poco sana, sin ejercicio, mala alimentación, cambio permanente de turnos en el trabajo, etc. Sin embargo, la causa más frecuente es la ansiedad y estrés, las preocupaciones. Una forma eficaz de tratarlo es mediante técnicas de comportamiento, que pueden ser control del entorno, técnicas de relajación antes de dormir, etc.
Si pensamos en los trastornos del sueño en niños podemos hablar de pesadillas, que se caracterizan por episodios angustiosos que provocan que el niño se despierte y que tenga dificultades para dormir de nuevo, a pesar de la actuación tranquilizante de los padres. El efecto es cansancio y sueño al día siguiente.
Otro tipo de trastorno del sueño en niños son los terrores nocturnos, que se diferencia del anterior en que el niño no recuerda el episodio angustiante, porque no se despierta en el momento, sino que sigue durmiendo o despierta, pero más tarde. En este caso hay aceleración del corazón, chillidos, movimientos bruscos, etc.
También en el caso de los niños resulta de utilidad las técnicas que orienten al niño para que puede enfrentarse al sueño sin que provoque ansiedad. El entrenar la relajación es importante
Los psicólogos y psiquiatras realizarán un diagnóstico previo y personalizado del problema, para determinar los protocolos terapéuticos, que se combinan con tratamiento psicoeducativo y si fuera necesario con fármacos. Se puede realizar un abordaje desde la psicoterapia y desde la terapia cognitivo-conductual.
También se pueden dar trastornos del sueño porque se producen modificaciones en los horarios habituales de sueño, haciendo que la hipófisis, que es la que regula al organismo para que el ciclo sueño-vigilia sea el correcto, no actúe. En estos casos es el neurofisiólogo o el neurólogo el que intervendrá, realizando un diagnóstico previo mediante el electroencefalograma y la polisomnografía y educando en hábitos e higiene del sueño, recurriendo sólamente a la melatonina, cuando no se soluciona el problema.
Para todos aquellos que presentan dificultades de sueño las noches se convierten en un periodo temporal de sufrimiento. Para intentar protegernos del insomnio existen una serie de pautas básicas de higiene sómnica que previenen la problemática y son las siguientes:
1- Intentar mantener una hora similar de acosarse y levantarse evitando variaciones de más de una hora.
2- Ambiente para dormir fresco y confortable, temperatura, olores, ruido escaso.
3- Es importante que tanto el colchón, como la almohada o incluso colchas o sábanas sean cómodas para la persona.
4- Las digestiones pesadas dificultan el sueño por lo que se recomienda cenas ligeras evitando alimentos como el ajo o las salsas. Intentar que pasen unas dos horas desde que se cena hasta que nos acostamos en la cama.
5- En la postura para dormir no hay unanimidad 100% de criterios pero el formato lateral del lado izquierdo evita el reflujo gástrico y disminuye los ronquidos.
6- No asociar la cama a realizar tareas en ella como la televisión, escritura, lectura.
7- Evitar siestas si se tienen dificultades de sueño nocturno.
8- No hablar del sueño antes de acostarnos, quitar el reloj de la mesita evitando todos aquellos estímulos que nos lleven a anticiparnos en negativo. SI empezamos a negativizar con que no vamos a dormir ya estamos poniendo el foco en el sueño lo que acaba siendo contraproducente.
9- Evitar la nicotina, teína, cafeína y alcohol horas antes de acostarnos.
10- Practicar ejercicio por la tarde evitando las tres horas antes de irnos a dormir.
11- Evitar líquidos a la hora de la cena y vaciar la vejiga antes de acostarnos para evitar despertares nocturnos.
12- Concienciarnos de lo inadecuado de “consultar los problemas personales con la almohada” debemos intentar asociar nuevamente la cama como un espacio de descanso y relajación incluso aunque no estemos durmiendo como espacio de tumbarnos a desconectar.
Si a pesar de todo lo anterior pasa más de una hora y no nos hemos dormido nos podemos levantar y sentarnos en otra habitación a leer buscando que en la separación de espacios y el esfuerzo por realizar una habitación genere sueño. No la televisión porque en realidad no hacemos esfuerzos y mantiene más alerta nuestra atención.
Uno de los pilares de la felicidad es el descanso diario, no lo dejamos de lado para ayudarte..
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Interrupciones nocturnas, peor ánimo diurno
Hay quien debate en la oficina: Cuándo se encuentra uno mejor… ¿Cuando no pegas ojo en toda la noche o cuando te desvelas cada poco? Una de las respuestas nos viene de Maryland, EEUU, donde un estudio del Hospital Universitario nos dice que aquellas personas que tienen un buen nivel de conciliación pero sufren muchas interrupciones por la noche descansan peor y presentan un estado de ánimo más apático que aquellas que duermen menos horas, conciliando peor pero sin interrupciones.
En la revista Sleep se hizo un estudio a 62 hombres y mujeres sanos seleccionados al azar que fueron sometidos a tres situaciones experimentales de sueño en una habitación:
- Un grupo pasó tres noches consecutivas de despertares forzados.
- Un grupo retrasos a la hora de poder tumbarse para dormir.
- Un grupo con el sueño sin interrupciones.
Ya en la primera noche aquellos que tuvieron multitud de interrupciones o que se echaron tarde presentaron un estado de ánimo más negativo e irascible. Al pasar la segunda noche el impacto de los síntomas sufridos fue de mayor intensidad con una diferencia significativa entre aquellos que vivieron ruidos nocturnos que aquellos que se echaron tarde.
Además para investigar la relación entre las funciones cerebrales y las sensaciones corporales en el sueño utilizaron un aparato llamado polisomnógrafo que evaluaba las diferentes etapas del sueño. El resultado observado fue el siguientes: aquellos que sufrieron interrupciones con falta de sueño en etapa de ondas lentas presentaba una reducción significativa de la reducción del estado de ánimo en los sujetos y la energía. Además estos efectos son más acumulativos que los de aquellos que duermen pocas horas.
Así que una vez obtenida está información es importante tener en cuenta el origen de las interrupciones para poder lograr el descanso que nos merecemos.