La polimenorrea, una alteración del ciclo menstrual, consiste en la presencia de la menstruación de forma más frecuente de lo considerado normal. Es decir, si habitualmente el periodo llega cada 25 ó 30 días, aproximadamente, quienes padecen polimenorrea ven acortado el ciclo, considerándose que se padece cuando la menstruación llega en un periodo menor a 21 días.
Además de los ciclos cortos, la polimenorrea se caracteriza por ser un sangrado breve irregular. Básicamente, se trata de una alteración que se presenta más frecuentemente durante la adolescencia y en la pre menopausia, aunque puede sufrirse a cualquier edad. Por otra parte, debe tratarse, pues se considera una enfermedad. En particular, cuando se padece a largo plazo, pues cuando solo es de forma puntual puede no tratarse de esta patología.
A continuación, veremos algunos de los factores que pueden desencadenarla, teniendo en cuenta que evitarlos o minimizarlos es una forma de prevenirla y tratarla al mismo tiempo, sin perjuicio, lógicamente, del diagnóstico y tratamiento estipulado para cada paciente.
Estrés y polimenorrea: Reduce el estrés
El estrés está asociado con los problemas relacionados con la menstruación y la polimenorrea no es una excepción. La clave de esta relación está asociada a la influencia que tienen las fuentes de estrés en lo que respecta a provocar un desequilibrio hormonal. Por lo tanto, controlar los problemas de ansiedad puede ser positivo para tratar la polimenorrea. Y, por lo tanto, también formar parte de una práctica preventiva o de un tratamiento.
Endometrosis y ETS también afectan a la polimenorrea
Las patologías también pueden ocasionar la polimenorrea, por lo que su prevención, en caso de ser posible, y su tratamiento son claves en algunos casos, como es el caso de las enfermedades de transmisión sexual (entre otras, la gonorrea y la clamidia) y la endometrosis.
Al poder estar implicados distintos factores, efectuar un diagnóstico acertado es complicado y, por lo tanto, para tratarla convenientemente es clave obtener un adecuado tratamiento a partir de aquel.
Tratamientos: hormonal y alternativo frente a polimenorrea
El tratamiento, por lo tanto, se debe comenzar una vea confirmado el diagnóstico por parte del ginecólogo, al que se llegará tras realizar las necesarias pruebas. Así pues, para tratar la polimenorrea el primer paso es someterse a las pruebas y exámenes necesarios: toma de la temperatura basal y medición de los niveles de progesterona, además de una biopsia del útero. Ésta ultima es prueba complementaria, sin embargo, se desaconseja en el caso de tratarse de adolescentes.
Ponerse en manos de un buen especialista es el primer y más importante paso de cara a combatir esta patología. Como tratamiento, en caso de haber una carencia de hormonas, pueden recetarse, concretamente progesterona, administrada en distintas dosis en forma de medroxiprogesterona, norestisterona y progesterona micronizada durante determinados días del ciclo.
Otra alternativa puede ser la fitoterapia u homeopatía, con el fin también de regular los ciclos sin tener que recurrir a las hormonas.
Por último, reiteremos la importancia de acudir al especialista cuando se observen este tipo de anomalías en el periodo de forma prolongada. No en vano, además de una polimenorrea puede ser un síntoma de una patología subyacente, por lo que determinar la causa de este sangrado anormal será el principal objetivo, para lo cual pueden ser necesarias pruebas de imagen, como la ecografía abdominal o vaginal, así como la laparoscopia o el estudio endocrinológico.
A efectos prácticos, consideremos la polimenorrea como una patología que debe diagnosticarse cuanto antes para así tratarla teniendo en cuenta los posibles factores que intervienen y, en todo caso, descartar posibles problemas de salud al margen. Aunque la mayor probabilidad diagnóstica apunta a un problema menstrual, no olvidemos que una anormalidad en el ciclo puede ser un síntoma de otra enfermedad.
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