Las unidades especializadas en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades de la columna vertebral son un espacio de trabajo y atención médica clínica u hospitalaria orientada a dar respuesta a los problemas que afectan a esta región de la anatomía.
Su existencia es muy frecuente en el ámbito hospitalario, puesto que la patología de columna y espalda es uno de los más frecuentes problemas de salud. La importancia y atención que se le concede obedece, en buena medida, tanto a lo dolorosa que resulta como a su capacidad inhabilitante para el paciente.
Además, como consecuencia de ello, constituye una de las principales causas de baja laboral e invalidez, razón por la que su orientación está enfocada tanto a la prevención como al tratamiento de sus patologías.
La necesidad de crear unidades de columna responde, a su vez, a la complejidad de la misma, precisando un abordaje multidisciplinar, involucrando a especialistas de muy distinto tipo.
Tengamos en cuenta que la patología de la espalda a nivel cervical, dorsal, lumbar y sacra ocasiona distintos problemas de salud. Entre otros, la cervialgia, lumbalgia o dorsalgia, es decir, se presenta como un dolor regional o bien irradiado, abarcando éste el síndrome radicular, la ciática o, por ejemplo, la lumbociática, sin olvidar que las causas subyacentes son múltiples, presentándose en forma de hernia cervical o lumbar, escoliosis, síndrome facetario, artrosis, contracturas del psoas o espondilolistesis.
Su abordaje, por lo tanto, debe ser integral e implica a médicos y rehabilitadores para un trabajo en equipo, en particular a fisioterapeutas, traumatólogos, neurocirujanos y, dentro de una lista abierta, a especialistas del tratamiento del dolor.
La unidad, por lo tanto, idealmente se centra en la prevención, así como en el diagnóstico temprano, así como en el tratamiento combinado médico y rehabilitador, y también quirúrgico cuando el caso concreto de cada paciente lo recomiende.
El fin es dar respuesta a todos los problemas que afectan a la columna, bien de forma directa o indirecta. En suma, se busca la mejor manera de tratar aquellos que derivan de una causa mecánica o bien de una patología neurológica. Desde lesiones derivadas de accidentes o lesiones deportivas hasta aquellos problemas propios de la edad o de procesos degenerativos.
La calidad de la unidad de columna dependerá de distintos factores, principalmente del prestigio y experiencia de los miembros de la misma, así como de los recursos destinados a la misma a muy distintos niveles. Será clave, por ejemplo, el tipo de infraestructura del que se disponga, la posibilidad de contar con avanzadas técnicas de imagen, radiología digital, entre un largo etcétera de aparatología.
Tras un adecuado diagnóstico, finalmente, se podrá ofrecer un tratamiento personalizado a cada paciente. Como ocurre en otras tantas especialidades médicas, y en la medicina en general, por lo general se comienza un tratamiento con medios conservadores, buscando el tratamiento menos invasivo.
Este primer abordaje puede requerir programas personalizados de reeducación postural, junto con una rehabilitación en el caso de ser necesaria. Por lo tanto, se comienza con pruebas diagnósticas a partir de las cuales se aplican distintos criterios para así ajustar el tratamiento a las necesidades del paciente.
Otros pacientes, lógicamente, no tendrán suficiente con un tratamiento corrector de tipo rehabilitador o simplemente preventivo, y precisarán de medicamentos para mejorar. Una farmacología que puede incluir desde medicamentos que se auto administra el mismo paciente hasta infiltraciones con sistemas de radiofrecuencia u otras técnicas para el tratamiento del dolor crónico en distintas zonas de la columna.
Finalmente, desde la unidad de columna recibirán tratamiento quirúrgico aquellos pacientes que precisen recurrir a la cirugía como único o último recurso. En este tipo de intervenciones también se intentan aplicar las técnicas más avanzadas, lo cual significa que las técnicas sean mínimamente invasivas, siempre que sea posible.
En otros casos, será necesario recurrir a cirugías convencionales, ya sea por la propia naturaleza de la patología o por otros factores que deberá valorar el equipo de especialistas que conformen la unidad.
Aunque la rehabilitación u otros tratamientos llevados a cabo por fisioterapeutas puede convenir en cualquier tipo de tratamiento, al margen de que se pase por quirófano, lo cierto es que tras la cirugía suelen ser necesarios en muchos casos para recuperar la funcionalidad.
Ésta puede realizarse mientras se está hospitalizado o de forma ambulatoria, dependiendo de cada caso. En buena parte de ellos, la rehabilitación se inicia durante el ingreso hospitalario, y continua tras el alta. Dentro de la unidad, los fisioterapeutas realizan su trabajo en coordinación con otros especialistas de la misma. No en vano, el carácter multidisciplinario de la misma es uno de sus principales valores de este sistema de trabajo en el que participan distintos especialistas con un único objetivo: mejorar la calidad de vida y el pronóstico de los pacientes de patología de columna.
La columna vertebral constituye una compleja estructura que nos permite permanecer erguidos y tener una movilidad que nos permita estirarnos, agacharnos y girar. Está compuesta por un total de 33 vértebras, huesos fuertes, nervios muy sensibles, ligamentos y tendones flexibles, además del importante papel que cumple la musculatura de sostén.
A pesar de que se trata de una obra maestra de la naturaleza, fruto de miles de años de evolución, los problemas de espalda asociados a la columna vertebral son muy frecuentes. De hecho, las estimaciones más optimistas estiman que el 80 por ciento de la población los ha padecido o padecerá a lo largo de su vida.
Afortunadamente, la mayoría se cura espontáneamente, pero en otras es necesario recibir un tratamiento médico. Veamos, a continuación, un breve resumen de las patologías de la columna vertebral e nivel cervical, dorsal, lumbar y sacra.
En la columna vertebral encontramos un total de 7 vértebras cervicales, encargadas de soportar el peso de la cabeza y proteger los nervios que parten del cerebro al resto del cuerpo.
El dolor agudo de cuello puede ocasionarlo la distensión de un músculo, ligamento o tendón como consecuencia de forzar el cuello o por su desgaste, si bien en muchos casos no se encuentra la causa específica del dolor.
La causa más común de este dolor son las lesiones de las partes blandas como consecuencia de una degeneración progresiva o un traumatismo, entre otros el conocido como síndrome del latigazo cervical debido en buena medida a accidentes de tráfico.
Si no sana con el tiempo y tratamientos conservadores (no quirúrgicos), podría deberse a una hernia de disco cervical o estenosis foraminal, causante de un estrechamiento de la columna. Sobre todo, cuando cursa con dolor hormigueo en el brazo o entumecimiento.
La hernia discal, artrosis cervical, un daño provocado por tumores o infecciones, huesos frágiles, escoliosis o espondilitis son otras enfermedades de la columna vertebral cervical, causadas por diferentes factores, como los apuntados, además de influir el uso excesivo del ordenador o sedentarismo, puesto que fomenta las malas posturas, así como el estrés y preocupaciones.
Las 12 vértebras dorsales que se encuentran en la parte superior de la espalda conforman la parte más larga de la columna, pero se trata de una zona poco móvil. En realidad, su función no es ésta sino aportar estabilidad y soporte estructural al resto de la columna, además de proteger órganos vitales, como son el corazón y los pulmones, ya que forma parte de la caja torácica.
Aunque la región dorsal no suele presentar muchas patologías, precisamente por su carácter más estático, la disfunción articular en la parte superior de la espalda puede resultar muy dolorosa.
Por otro lado, la irritación de los músculos de la espalda y hombros también es fuente de dolor. Cuando la dorsalgia es aguda y muy intensa puede deberse a diversas patologías, como los aplastamientos o fracturas vertebrales, que requieren acudir de forma temprana al especialista, e incluso aconsejar una consulta urgente.
Cuando la dorsalgia se prolonga en el tiempo y se extiende hacia los hombros y cuello, ocasionando molestias continuas que preocupan mucho al paciente lo habitual es que se deba a una contractura muscular, si bien deben descartarse posibles causas subyacentes.
No olvidemos que las afecciones de las vísceras que se encuentran en la caja torácica pueden producir un dolor similar al ocasionado por problemas musculoesqueléticos, por lo que el diagnóstico debe centrarse también en descartar posibles causas no asociadas a la columna, como úlceras, tumores, fracturas, angina de pecho, problemas gastrointestinales o úlceras, entre otras.
La zona lumbar, localizada en parte baja de la espalda está compuesta por 5 vértebras, tiene mucha más movilidad que la dorsal, y también soporta el peso del torso, siendo la parte de la columna que más suele lesionarse.
Se trata, en suma, de una zona muy vulnerable de nuestra anatomía, que sufre por malas posturas y hábitos, entre ellos los esfuerzos constantes, una mala forma física, el sedentarismo, falta de fuerza en la musculatura o los traumatismos, además de posibles defectos congénitos, el sobrepeso, la escoliosis o la misma edad.
Los fármacos también pueden ser factores de riesgo, por ejemplo los tratamientos con corticoesteroides, así como las drogas (incluyendo el alcohol y el tabaco), la osteoporosis, patologías cardiovasculares, estrés, problemas psicosociales, tumores e infecciones.
Los problemas lumbares suelen poderse tratar sin cirugías, reservadas para casos difíciles por no responder a fármacos o por ocasionar síntomas neurológicos o dolores crónicos que pueden ser graves, no tratables de forma conservadora.
El diagnóstico buscará identificar cual es el problema funcional o estructural que origina el dolor u otros síntomas de enfermedades como osteoartritis o ciática.
Por otra parte, la lumbalgia suele deberse a distensión muscular y las vértebras inferiores de la región lumbar pueden desarrollar dolor a causa de lesiones o de cambios degenerativos, tales como la ciática, la lumbalgia, el desarrollo de osteoartritis o la radiculopatía.
La región sacra se localiza en parte baja de la columna vertebral. En concreto, hablamos del hueso llamado sacro que se encuentra debajo de la columna lumbar y está formado por 5 vértebras.
Constituye la parte posterior de la pelvis, encajando sus dos mitades y conectando la columna con la mitad inferior de nuestro organismo.
El dolor en el sacro se conoce como disfunción de la articulación sacroilíaca y puede deberse a los distintos procesos patológicos que afectan a este hueso. Por un lado, las mujeres jóvenes y de mediana edad son el grupo que más suele desarrollar esta disfunción, que cursa con un dolor que se irradia desde la parte baja de la espalda hacia la pierna, pudiendo llegar al tobillo o el pie.
La espondilitis anquilosante es una enfermedad que aparece de forma progresiva, muy dolorosa en la zona sacra, pecho y fatiga, además de padecerse artritis en las caderas y hombros. Se pierde amplitud de movimiento y se sufren afecciones pulmonares, entre otros síntomas.
Por último, el término sacroileitis se utiliza para definir la inflamación de las articulaciones sacroiliacas, encargadas de la unión del hueso sacro con la pelvis. Ubicadas a ambos lados del sacro, pueden ocasionar sacroieitis (inflamación de esta articulación) y disfunción de la articulación sacroiliaca (tanto por falta como por exceso de movimiento), ocasionando dolor en la articulación, de espalda baja y de pierna.