Según la Organización Mundial de la Salud, las adicciones son enfermedades con un componente físico y un componente psicoemocional. Haciendo un recorrido histórico por las adicciones, a lo largo de la historia se han fumado cigarrillos, mascado hojas de coca, bebido alcohol, tomado psicotrópicos, etc. Más recientemente han aparecido las drogas de diseño, la cocaína, entre otras. Y en los últimos años, fruto de una sociedad profundamente ligada a la tecnología, nos encontramos con adicciones a internet, a los juegos de azar, al sexo, a las compras, al teléfono móvil, entre las más destacadas.
Las adicciones suponen una pérdida de control y una dependencia, que a su vez provoca un deterioro de la calidad de vida. Sus efectos son más sentidos en el largo plazo.
Los especialistas encargados del tratamiento de las adicciones, son fundamentalmente los psicólogos y los psiquiatras, siendo requisito esencial, que la persona que sufre la adicción reconozca que necesita ser tratada y en un segundo momento que asuma que debe modificar su conducta. Ahí el especialista tendrá que evaluar el problema y sus interacciones, y determinar el tratamiento más adecuado, que siempre contemplará un cambio respecto de un estilo de vida, que acompañaba a la adicción.
En muchas ocasiones las personas consultan al especialista si pueden estar sufriendo de un trastorno de adicción y apelan a la cantidad de ingesta o de consumo en sí que hacen de la sustancia. Se tiende a minimizar aquellos consumos que son “esporádicos”, de fin de semana, una vez al mes… La realidad es que la definición de un problema de adicción viene dada por el concepto de pérdida de control, no en sí por la cantidad existente de sustancia. Si hay un uso o abuso de una sustancia sobre la cual llega un momento que no se tiene control o que aun sintiendo la persona que tiene control las consecuencias son negativas para él mismo o para el entorno hay indicios de existir un problema de adicciones.
Gossop (1989) definió como elementos característicos de una adicción: 1) un fuerte deseo o un sentimiento de compulsión por llevar a cabo la conducta particular (especialmente cuando la oportunidad de llevar a cabo tal conducta no está disponible); 2) la capacidad deteriorada para controlar la conducta (especialmente, en términos de controlar su comienzo, mantenimiento o nivel en el que ocurre); 3) malestar y estado de ánimo alterado cuando la conducta es impedida o la deja de hacer; y 4) persistir en la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está produciendo graves consecuencias al individuo.
En la misma línea, Echeburúa (1999) considera como características principales de las conductas adictivas la pérdida de control, la fuerte dependencia psicológica, la pérdida de interés por otras actividades gratificantes y la interferencia grave en la vida cotidiana.
Para que se entienda de una manera más simple dividiríamos en dos partes:
Las adicciones a sustancias son aquellas en las que el foco se encuentra en la ingesta de la sustancia como el alcohol, diferentes tipos de drogas, como la cocaína, la marihuana, adicción a los medicamentos, tabaquismo, la comida, etc
En las adicciones conductuales el individuo se expone a realizar conductas que inicialmente pueden parecer no peligrosas pero que se vuelven perjudiciales teniendo en cuenta la frecuencia, la energía , la cantidad de tiempo y dinero que este invierta en llevarlas a cabo sobre todo si llegan a interferir gravemente en el funcionamiento de la rutina habitual del sujeto.
Hoy en día los profesionales cada vez observamos más un incremento en este tipo de adicciones puesto que hace unas décadas las principales adicciones conductuales que se observaban en consultas, fundaciones y otros espacios terapéuticos eran la ludopatía, o adicción al juego, las compras compulsivas, conductas sexuales pero ahora las tecnologías han irrumpido también en esta área y se obtiene de ellas su faceta negativa, personas enganchadas a redes sociales, teléfono, playstation, etc.
En esta área hay un terreno muy amplio que caminar y que sobre todo debe de ir acompañado de modelos sociales tanto en el hogar como a nivel de macrosistema: televisión, contexto educativo, políticas, alternativas de ocio…
Desde la familia es muy importante motivar a los niños a que busquen sus propios gustos de ocio. A veces se tiene la tendencia a apuntarlos a actividades que a los adultos nos parecen interesantes y apropiadas pero que los niños no tienen motivación.
Que encuentren aquello por lo que serán capaces de apostar ante la alternativa de un consumo estimulante de drogas o de juego.
Facilitar un entorno de comunicación y un tiempo de diálogo que el menor vea también entre sus padres o resto de familia.
Cuando llegan a la adolescencia explicar claramente lo que suponen las sustancias, porque se vuelven atractivas pero cuales son las consecuencias a largo plazo.
Vivimos en una sociedad muy cortoplacista en ocasiones y motivar a valorar las consecuencias futuras es importante para ponerse frenos uno mismo.
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Descubierta la posible causa de adicción al tabaco
Investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas han descubierto una respuesta neuronal que podría explicar cómo se genera una adicción concreta: la de la nicotina. Es el principal compuesto psicoactivo de un cigarrillo, que se absorbe a través de la mucosa oral y nasal para llegar a los receptores del cerebro en un tiempo medio de 7 segundos.
Esta rapidez entre la inhalación del humo y sus efectos en el cerebro es el que explicaría su grado de adicción, ya que produce una activación de unos receptores que se encuentran en varias regiones diferentes del cerebro y además en gran cantidad. Algunos de estos receptores contienen una subunidad encargada de activar el circuito de recompensa del cerebro.
El trabajo se ha realizado sobre ratones y servirá para hacer una aclaración de la base de la adicción a este compuesto y que podría derivar en el diseño de planes más efectivos para dejar de fumar, ya que influiría directamente en la respuesta que el cerebro tiene ante la recepción de este tipo de compuesto. Además, se ha descubierto que las variantes de este gen podrían suponer la diferencia entre aquellas personas más propensas a ser fumadores. Esto será de gran utilidad en los tratamientos realizados por psicólogos y psiquiatras, para el tratamiento del tabaquismo.
Las diferencias en el consumo de alcohol podrían ser genéticas
Un estudio realizado en nuestro país podría cambiar la forma en la que entendemos la prevalencia del consumo de alcohol. Al parecer, sus efectos y su forma de consumo vienen determinados de forma genética, ya que un tipo de gen puede influir en la actividad de las enzimas que metabolizan este componente y que modera su consumo y sus efectos.
Estas enzimas son las encargadas de metabolizar el alcohol, que pasa de forma rápida a la sangre generando los síntomas que todos conocemos. Los portadores de una variante más activa del gen acumulan de forma rápida los metabolitos tóxicos que generan en mayor medida síntomas como el enrojecimiento, mareos o náuseas.
En cambio, los que poseen la variante del gen más “perezosa” mantienen más tiempo los efectos del alcohol en sangre, lo que les permite acumular ese estado de euforia por más tiempo y parece intensificar el consumo, ya que los efectos son más positivos que en las personas con el gen más activo. Esto podría suponer un cambio en la forma en la que entendemos el consumo de esta sustancia, en el enfoque dado por especialistas como psicólogos o psiquiatras, para su tratamiento y también en las tendencias de consumo que se manifiestan en diferentes grupos sociales.
Drogodependencia y problemas sexuales
Tratar la drogodependencia también implica tener en cuenta los riesgos asociados a las conductas sexuales, apuntan Fernando Pérez del Río, profesor de la Universidad de Burgos, junto al psicólogo Manuel Mestre Guardiola, autores del libro “Drogodependencias y sexualidad” (Universidad de Burgos).
Como explican ambos expertos,"todas las drogas afectan a la sexualidad", algunas especialmente, como ocurre con los opiáceos, sin olvidar las adicciones sin sustancia, como la ludopatía.
"Son conductas tan obsesivas y focalizadas que te olvidas de todo lo demás y también afecta a la sexualidad", apuntan.
El hecho de que los problemas sexuales y afectivos vinculados a la drogodependencia no suelen tenerse en cuenta, motivó este libro, cuyo objetivo es favorecer hablar de la vivencia sexual en personas con problemas adictivos, así como abordar un tratamiento correcto.
"Como profesional, lo que me he encontrado durante muchos años, es gente que ha tenido vidas muy complicadas y han sufrido mucho", sobre todo las mujeres. Aunque no se puede establecer una relación causa efecto entre el abuso sexual en la infancia y la drogodependencia en la edad adulta, "sí podemos decir, tranquilamente, que la relación es muy fuerte”.
También está asociado el abuso sexual intrafamiliar y el consumo de drogas y alcohol. "Hay una relación muy fuerte" y numerosos estudios lo apoyan, dice Pérez del Río. Por último, los expertos afirman que hablar de drogodependecia y sexualidad requiere hablar también de psicoterapia. Y, como colofón, nos recuerdan que la mejor manera de prevenir estos problemas son los hábitos de vida saludables.