El bruxismo, del griego βρυγμός (brygmós), se produce cuando la persona aprieta los dientes o los hace rechinar de forma inconsciente y sin propósitos funcionales. En la mayoría de las personas, el bruxismo es lo suficientemente leve como para no ser un problema de salud. Puede ser diurno o nocturno, aunque el que se produce durante el sueño es el más problemático por la dificultad de ser controlado. Es uno de los más comunes trastornos del sueño. Si es crónico, debe ser tratado por un especialista en odontología.
Llamamos bruxismo a la contracción involuntaria de la mandíbula durante el día o la noche, cuando dormimos. En concreto, puede suponer apretar (movimiento vertical) o un rechinamiento de los dientes, en este caso un movimiento hacia adelante y atrás del maxilar superior.
Es decir, fuera de las funciones básicas de masticar o tragar, ya ocurra de día o de noche de forma no funcional. Como resultado de este mal hábito, se produce un desgaste de los dientes, sobre todo en las piezas posteriores.
Igualmente, el bruxismo puede resultar ruidoso, ya que el roce es suficientemente sonoro como para ocasionar molestias al entorno, además de daños a dientes y mandíbula. Resulta especialmente difícil de controlar por la noche, ya que se produce durante el sueño.
Los síntomas del bruxismo varían desde los dolores de cabeza, dolor de cuello, dolor dental, dolor de oído, dolor la mandíbula o dolor muscular en la zona entre otros problemas asociados relacionados con la articulación temporomandibular (entre la mandíbula y el cráneo) o el mencionado desgaste de dientes.
En los casos más graves incluso se puede llegar a no poder cerrar la boca o no poder abrirla por completo, así como necrosis periodontal, fractura o pérdida de dientes naturales y también de prótesis dentales. Sin olvidar, por otra parte, que el bruxismo puede agravar el insomio, la apnea del sueño o la congestión nasal crónica, dificultando el sueño, con lo que ello supone también para tener una mejor calidad de vida.
La causa más común del bruxismo es el estrés emocional durante el día.
También lo pueden causar las interferencias oclusales, alteraciones en los dientes que hace que no encajen perfectamente el momento de la oclusión. El bruxismo se produciría para desgastar esas interferencias. Otras causas son una incorrecta alineación de los dientes (trastornos de oclusión), la postura al dormir, así como algunos tratamientos farmacológicos. En especial, medicamentos antidepresivos o estimulantes.
En muchas ocasiones sus causas no se pueden identificar. En el caso de no hacerlo, estaríamos ante un bruxismo idiopático.
En cuanto a los tipos de bruxismo, como hemos apuntado, éste puede ser nocturno o diurno, por lo que el paciente puede sufrirlo durante la noche también sin llegar a darse cuenta.
Secuelas
En la mayoría de las personas el bruxismo no es grave, pero cuando es constante en el tiempo es muy perjudicial para dientes, encías, músculos y articulación temporomandibular.
Puesto que la principal causa del bruxismo son los factores emocionales, su tratamiento se enfocaría a la reducción del estrés. Un psicólogo te puede ayudar.
Asimismo, dado que es un acto inconsciente y difícil de evitar completamente, el tratamiento también debe ir encaminado a minimizar sus efectos perjudiciales mediante la consecución de una oclusión estable y la utilización de férulas de descarga. Consulta a tu dentista.
También pueder de ayuda un tratamiento de fisioterapia de la articulación temporomandibular.
El bruxismo en ocasiones es puntual, coincidiendo con temporadas de estrés o, por ejemplo, con un accidente que lo provoque. Una vez superado, pongamos por caso, el bruxismo puede desaparecer de manera espontánea.
A su vez, los niños también sufren de bruxismo infantil de forma bastante común, y de hecho este trastorno en su caso tiene una función, como es ayudar en la sustitución de los dientes de leche por los permanentes.
Posteriormente, en muchos casos desaparecen de forma definitiva. En los adultos, desde los 20 a los 50 años, suele ser más intenso e ir reduciéndose conforme van cumpliéndose más años.
Al margen de la edad, lógicamente, si se trata de un bruxismo crónico que resulte problemático se debe acudir al especialista en odontología para el diagnóstico y correspondiente tratamiento en función de cada paciente.
Salvo casos en los que se debe a una causa clara que pueda tratarse para así lograr su erradicación, entre ellas una enfermedad asociada u otros factores como los ya mencionados, los tratamientos buscan disminuir el dolor y prevenir posibles lesiones.
Ayudará también seguir una dieta que no maltrate la dentadura, evitando los alimentos duros, fumar, exceso de alcohol, dormir boca arriba o ruidos en la habitación a la hora de dormir.
Sin olvidar la rehabilitación de la zona dolorida mediante masajes que puede realizarse el mismo paciente. En suma, el tratamiento dependerá del diagnóstico, basado en la evaluación realizada para detectar su severidad: tanto un examen oral como extra oral, así como una serie de preguntas al paciente para valorar la mayor o menor gravedad de la patología.
Reducir el estrés diario o la ansiedad en circunstancias puntuales, por otro lado, constituye una solución relativa, puesto que por muchas técnicas de relajación que practiquemos o sesiones realizadas con psicólogos y/o psiquiatras, los resultados no siempre llegan.
Sin dejar de buscar tratamientos poco invasivos que, en ocasiones, requieren un enfoque multidisciplinar, lo cierto es que normalmente se acompañan de complementos para evitar daños en los dientes mientras se llevan a cabo.
Mencionaremos aquí las férulas de descarga rígidas que amortiguan la fricción, diseñadas para que la mandíbula esté más relajada, utilizables durante el día o la noche, según se precise.
Sobre todo, es importante actuar en los casos que no remiten. El hecho de que el bruxismo sea relativamente frecuente (afecta más a los niños que a los adultos, tanto hombres como mujeres) y no siempre se considere un problema de salud, no significa que debamos descuidarlo. Tanto en el caso del bruxismo diurno como nocturno, hemos de consultar al dentista en cuanto empiece a representar un problema para nosotros, y sin demora para evitar que se agrave.
Se denomina bruxismo al rechinar de dientes que se produce cuando se aprietan de forma inconsciente, ya se de día o durante la noche.
Se trata de un trastorno muy común, que padece más del 70 por ciento de la población española, si bien se trata de un fenómeno frecuente en la niñez.
Estudios recientes atribuyen el aumento de este problema en niños y adolescentes a un paralelo aumento de estados de ansiedad. Durante la infancia tiene un significado específico, pues forma parte del desarrollo mismo de la dentición.
Sin embargo, ya en la adolescencia, cuando se tiene la mayoría de los dientes definitivos, el bruxismo tiene unas características distintas y afecta sobre todo a adolescentes del sexo femenino.
"En esta etapa, el bruxismo se expresa ya con dolores musculares, dolores de cabeza y alteraciones de la articulación mandibular en forma de chasquidos e incluso de bloqueos o dificultad de apertura de la mandíbula", explica Jesús Manuel Muñoz Caro, adjunto del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Infantil del Hospital Universitario La Paz.
En la infancia, por lo tanto, el bruxismo puede suponer un desgaste de los dientes, pero no se considera una patología ni tampoco se observan diferencias entre niños y niñas.
Entre éstos, de detecta a partir de los 4 años y afecta a uno de cada diez niños o niñas, pero entre los 7 y 11 años aumenta hasta afectar a uno de cada cuatro y en numerosas ocasiones es hereditario, explica Paula Matesanz, periodoncista y Vocal de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA).
Las causas que provocan este trastorno pueden ser muy distintas, por lo que es necesario descartar patologías asociadas, así como estudiar posibles factores desencadenantes a nivel ambiental (estrés, ansiedad, etc.) para reducir su impacto.
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